Cafuné. - Lawlu.

cafuné 28.

Manchester, Inglaterra.

Trafalgar yacía tomando su medicamento a solas en los rincones de su habitación, junto a una botella de agua fría, tirado en el suelo, particularmente feliz.

Todos habían salido esa mañana. Sanji con Katakuri debían investigar a un tipo del cual no quisieron decirle, hace dos días que había intentado sacarle esa información, pero sólo se lleva respuestas negativas. Kid, pues él no se ha aparecido de ayer, dijo que iría a por un encargado lejos de la cuidad.

Law estaba aburrido, no podía "trabajar", según los chicos, debía recuperarse, pero le parecía extraño, Sanji tenía una herida en el hombro, sin embargo, igualmente salía a sus deberes, que pensándolo bien, no sabía cómo se había hecho eso, sí que simplemente había que suponer que fue debido al trabajo de alto riesgo.

Quería ver a Luffy, desde hace dos días que no ha podido ir a la plaza, seguramente ya no iría, o puede que sí... No estaban los demás, no tendrían qué enterarse de que salió.

Había un detalle, Luffy creía que sólo fue un sueño, que no era real, se había enterado por bocas de Sanji y Corazón, ayer, que Luffy había soñado con él, que todo era tan real, incluso, qué tal vez haya sido verdad, pero luego de aquello, hubo un silencio, no obstante, por lengua del más alto, le había dicho al monito que suele pasar, que después todo estaba en proceso de olvidar, porque él, se había quedado dormido en un muelle después de comerse todo un restaurante.

— Estoy siendo demasiado sentimental.

Comenzó a regañarse, aunque gracias a las pastillas estaba siendo dócil y las voces se calmaban, el único problema, era que se sentía drogado, mas, una droga la cual lo dejaba tranquilo, le llegaba a desesperar lo mucho que guardaba silencio. No tenía problemas con eso del todo, después de todo, es un tipo callado, el tema era que apretaba los dientes, inconscientemente.

El teléfono empezó a sonar, lo cogió entre sus dedos inspeccionando el nombre en la pantalla.

"Sanji."

Respondió, posicionando el artefacto en su oreja de manera recta y desinteresada.

— Mh.

— Hola, yo bien, gracias, ¿Qué tal tú? Genial. — expresó malestar en su hablar.

Trafalgar suspiró pesado. — Qué pasó.

— Quería saber cómo estás, pero veo que como siempre. Te dejé arroz en la cocina, come, ¿Oíste? Que no quiero estar pagando funerarias. — se escuchó el "beep" dando a entender que había cortado la llamada.

Manchester, Inglaterra.

Iba a la cocina dispuesto a comerse ese arroz con toda la rabia contenida en una vena, de pronto, un ruido proveniente al refrigerador lo alertó, se puso detrás de la pared, buscando con la mirada algún arma que le sirva.