Capítulo 4

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Me maldigo a mí mismo por haber sido tan estúpido

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Me maldigo a mí mismo por haber sido tan estúpido. ¿Es que acaso no he aprendido que es mejor cerrar la boca cuando se trata de inmiscuirme en los asuntos de Nora?

Mi error está en creer justamente eso. Que sus asuntos son los míos.

La cara que se le ha quedado cuando se ha marchado del bar, tras escuchar el consejo de Stephanie, me ha erizado la piel. Y ella siempre lo logra. Estremecerme hasta el punto de querer colarnos en el almacén sin que nadie nos vea, para acabar comiéndole la boca con un beso tórrido y bestial.

Maldita sea. Voy a tener que hacérmelo mirar.

Por lo pronto, aquí me encuentro, abriendo la caja registradora y contando el dinero antes de comenzar el día. Sé que es tarea de Nora, pero como anoche no he podido pegar ojo, he sido el primero en llegar. Hoy hace un frío de tres pares de narices, cae nieve a raudales, y es posible que ella se demore un poco más de lo normal, teniendo en cuenta que debe dejar a Sophie en el colegio.

La puerta se abre y la veo aparecer. Tan preciosa como siempre, luciendo su nariz roja debajo de capas de lana que la cubren como a una jodida muñeca. Lleva un gorro de lana gruesa color gris, una bufanda a juego y sus guantes rosas. Sus ojos verdes me observan con curiosidad, aunque al entrar, aparta la mirada y se escabulle hacia la trastienda.

¿Qué coño ha sido eso? Ni siquiera me ha dado los buenos días.

Me apresuro a contar las monedas, y al terminar, cierro la caja bruscamente y la busco en la zona de las taquillas.

—Hola.

—Hola, buenos días.

—¿Ocurre algo?

—Nada, ¿por? —Sus aires de superioridad y la forma en que me habla, no me pasan desapercibidos. Ya se ha quitado el abrigo, aunque sus manos aún parecen estar entumecidas por el frío.

—Deberías comprarte un coche.

—No me lo puedo permitir.

—¿No te alcanza el sueldo para uno de segunda mano?

Vale. Está cabreada y lo entiendo, pero esto... Que no venga a llorar por los rincones como si yo fuese un explotador que le paga una miseria, porque no es cierto. Algunos colegas me han comentado lo que les ingresan a sus encargados en concepto de nómina, y la de Nora, supera ampliamente a la competencia.

—¿Quieres dejar de meterte en mi vida, Álex?

Me lo ha soltado así, valiéndose de la confianza que tenemos, pero sin tener en cuenta el respeto que nos debemos mutuamente como jefe y empleada.

¿Puedo culparla después de lo de ayer?

En muchas ocasiones la he notado a la defensiva conmigo, pero hoy... Joder, hoy se supera.

—¡Buenos días a todos!

—Hola, Lucas. —Nora se gira para saludar al camarero, como si yo no existiese.

Sentirte Decir "Te Quiero" #crisálidas3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora