Capítulo 23

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Hay que ser hija de perra

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Hay que ser hija de perra. Hay mujeres malas, y luego está Stephanie.

Nora se ha reído de mi estrategia para persuadirla, pero sé que está hecha polvo. Lo que esa urraca le ha dicho, la ha dejado tocada. Solo hay que ver cómo se ha quedado tras lo sucedido y cómo mi hermano intenta hacerla sonreír.

Álex suele comportarse como un capullo, pero cuando hace bien las cosas hay que reconocérselo. Decido irme del bar. Ya casi es medio día y me apetece comer por ahí.

Mientras camino por las abarrotadas calles de la Gran Manzana, no dejo de darle vueltas a lo conversado con Nora. ¿Será que de verdad me estoy pillando por Corine? ¿Por qué de pronto me importa tanto lo que sienta o lo que ocurra entre nosotros? No debería rayarme así. Normalmente, me importa poco lo que una tía opine de mí después de pasar la noche juntos, pero con ella es diferente.

No me gusta un pelo su actitud y me trae de cabeza. Hasta dudo si es buena idea comprarle un regalo, tal como Nora ha sugerido. No quiero que se monte historias que no son, pero tampoco me desagrada del todo eso de llevarla a cenar.

Decido escribirle un mensaje, al cual no contesta de inmediato. Doy un paseo corto por el Central Park hasta llegar al Hard Rock Café de Times Square. No soy muy aficionado a estos sitios tan comerciales, prefiero más un pub con cierta intimidad, pero un bajo colgado de la pared ha llamado mi atención, por lo que me he quedado como un tonto mirándolo.

—¿Tenéis sitio? —pregunto al chico de la recepción.

—¿Cuántos sois?

—Solo yo.

—Vale, sígueme.

Coge la carta y me guía hasta una mesa pequeña ubicada cerca del escenario. En cuanto me siento, me llega el mensaje que esperaba.

«Hola, acabo de levantarme. Anoche trasnoché».

Permanezco mirando la pantalla del móvil por un instante sin saber qué contestarle. Algo, un sentimiento extraño invade cada célula de mi piel. Necesidad. Sí, se trata de eso, evidentemente. Ganas de estar con ella, de no soltarla y de conocerla un poco más.

«¿Has comido?».

«No, todavía. Estaba por prepararme un brunch».

«Vente al Hard Rock. Te espero aquí y te lo tomas conmigo».

No responde. Dejo el móvil encima de la mesa, echándole vistazos fugaces y aguardando una mísera señal que me dé una pista de lo que hará.

Pido la comida. No tengo mucha hambre, así que opto por una de las legendarias hamburguesas con beicon y patatas fritas. Cuando me la traen, una voz conocida llama mi atención.

—¿Puedo sentarme?

Alzo la vista y me la encuentro allí, vestida con vaqueros y una sudadera que la hace parecer una niña de dieciséis años.

Sentirte Decir "Te Quiero" #crisálidas3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora