Capítulo 8

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Y allí estaban todos, mirándome como si fuese un maldito mono de feria

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Y allí estaban todos, mirándome como si fuese un maldito mono de feria. Una lacra sin derecho a nada más que un poco de compasión.

Puto Álex. Puto Bar. Putos Estados Unidos.

Todavía no entiendo cómo me dejé convencer por mi hermano para venir. Bueno, sí lo sé muy bien. Hay una razón muy importante, y es nada más y nada menos que mis padres. Por ellos daría la vida, todo lo que tengo y lo que soy; así que cuando Álex mencionó que acabaría con ellos si no me rescataba de una vez, no hubo más que decir al respecto. Me subí con él a ese puñetero avión y dejé que me trajera a este antro que ya ha bautizado como su segundo hogar.

Y luego está ella... sí, Nora. Con ese carácter de mierda y ese cuerpo de infarto. El bofetón que me propinó me puso cachondo perdido. Por eso mismo he tenido que encerrarme en el baño, para sobármela un ratito hasta que se me pasara la calentura.

Jodida bruja. Me encendió como una moto; con esa cara angelical, esas pecas que salpican su nariz perfecta y sus ojos de muñeca fustigadora. Me la imagino con un mono de cuero adherido al cuerpo y un látigo, y mi polla no hace más que hincharse debajo de mis pantalones.

Acaba de salir ahora mismo por la puerta, porque según ella tenía prisa por recoger a su niña en el colegio. Intuyo que su marido será uno de esos pijos estirados que se pasan el día en la oficina sin hacerse cargo de su familia ni siquiera los fines de semana. Me pregunto cómo será la niña. ¿Igual de mandona que la madre? Vaya genio que se gasta la tía.

Lucas no deja de estudiarme a conciencia, justo cuando la puerta se abre y llega el camarero del turno tarde. Un pelirrojo con pinta de intelectual, que saluda a todos con una enorme sonrisa. Claro, hasta que me ve, y entonces se paraliza antes de llegar a la barra y lanzarle un vistazo disimulado al moreno.

—Hola. ¿Y tú eres...?

—Es Demyan, el hermano de Álex. Trabajará aquí a partir de hoy —interrumpe Lucas.

—Bienvenido. —Me tiende la mano en un gesto amistoso, al que respondo con poco entusiasmo, pese a que a él no parece importarle.

—Esto... supongo que ya puedo descansar, ¿o tengo que quedarme aquí como un esclavo todo el puto día?

Ambos me miran con los ojos bien abiertos, aunque el primero en hablar es Lucas.

—Vete a comer si quieres. Álex debe estar en su despacho.

Sin siquiera decir adiós, desaparezco por el pasillo ante la atenta mirada de las dos marmotas que tengo por compañeros. Me encuentro con mi hermano sentado en su escritorio revisando unos papeles. Parece agobiado, lo cual no me extraña. Lleva días sin pisar sus dominios, normal que haya tenido que ocuparse de todo lo que le ha quedado pendiente durante su ausencia. Otro motivo más para ganarme su odio, si es que ya no tenía suficientes.

En cuanto me ve entrar, levanta la cabeza, me mira seriamente y vuelve a lo suyo.

—¿Vas a comer?

—No creo que tenga tiempo —responde con la vista clavada en los papeles.

Sentirte Decir "Te Quiero" #crisálidas3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora