Si necesitaba algo para convencerme de que entre Álex y yo jamás debería haber más que una relación laboral, es lo que acaba de suceder dentro de su despacho.
Me imagino una realidad paralela, una en la que él y yo fuésemos pareja, y entonces, por el motivo que sea, yo la fastidiara. ¿Sería capaz de aguantar semejante enfrentamiento? ¿Me quedaría callada ante su reacción o simplemente renunciaría, dejando así a mi hija desamparada, sin un plato de comida y un techo donde vivir?
Creo que la respuesta es más evidente de lo que parece.
Demyan ha permanecido a mi lado hasta que me he tranquilizado. Mi preocupación no se debe solo al hecho de que este mes vaya a cobrar menos, sino a toda la situación en general. El verlo a él sorprendido, luego alucinado, después enfadado, y finalmente, decepcionado. Supongo que pasó por todos los estados posibles antes de pronunciarse.
—¿Te acompaño a casa? —Demyan se me acerca mostrando una actitud que dista mucho de la que suele alardear.
—No, estoy bien. Saldré a dar una vuelta. Necesito tomar el aire.
Él asiente compungido y se retira, supongo que a recoger sus cosas. Yo salgo del bar sin despedirme de Álex. No tengo cara para hacerlo. Me siento avergonzada y a la vez, frustrada. Desde que me enteré por Kenner que se había ido de viaje con Stephanie, lo tengo atravesado en la garganta y las ganas de gritarle son tantas, que me hacen sentir vulnerable. Eso es lo peor. Yo no lo soy. Tengo un carácter decidido, voy de frente y jamás me escondo ante los demás. Pero él lo consigue... me intimida, me enfurece. Últimamente, no me entiendo ni yo misma.
Camino sin rumbo por las calles de la ciudad, el ritmo frenético de un lunes cualquiera me acompaña, hasta que me sorprendo al encontrarme frente a las puertas de la academia de baile de Fábio. Entro y Julianne me saluda con una sonrisa.
—¡Hola, Nora! ¡Qué sorpresa!
—Hola, Jul. ¿Qué tal todo?
—Bien, aquí liada con la agenda, como siempre. ¿Qué te trae por aquí?
—Buscaba a Fábio. ¿Está ocupado?
—Espera que le avise. Siéntate un minuto, si quieres.
—Gracias.
Lo espero mientras leo una revista de las que tienen en una pequeña mesa de centro, hasta que él se presenta ante mí.
—¡Nora! Que surpresa te ver aqui!
—Hola... no quería molestarte... Si estás en clase puedo venir en otro momento.
—¡Para nada! Ven, pasa. Tengo una hora libre. Tomemos un café.
Me acompaña hasta su despacho y allí me sirve un expreso con mucha azúcar. Lo necesito.
Fábio tiene un gusto exquisito para la decoración. Aquí, en su espacio de trabajo, abundan las fotos de bailarines famosos y los muebles que ha escogido son cómodos y funcionales. No puede faltar su máquina de café, es fanático de la infusión, algo que Kenner ya me había contado y que pude comprobar cuando conocí su pequeño piso en Queens.
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Sentirte Decir "Te Quiero" #crisálidas3
RomanceDos rayas rosas pueden cambiar tu vida para siempre, y Nora lo sabe mejor que nadie. Porque cuando la prueba de embarazo resulta positiva, se convence de que su vida dará un giro de ciento ochenta grados. Álex se ha forjado un futuro lejos de su pa...