Álex permanece callado y serio. Muy serio.
Yo, por el contrario, no me imagino cuál es la expresión de mi cara, pero intuyo que nada bueno trae consigo.
—No puede ser, no puede ser... —repito convenciéndome de que solo se ha tratado de un desagradable espejismo.
¿Acaso ha sido una macabra broma del destino?
Estaba ocupada con otras tareas, pero el bar se ha llenado de repente. Laila me pidió que llamara a Lucas para llevar los platos a una de las mesas y, mientras tanto, yo me ofrecí a atender para aligerar el trabajo.
Fui hasta un grupo de personas que acababa de acomodarse en una de ellas. Iba distraída con la tableta, buscando el menú principal para coger el pedido y, de repente, lo he visto. A Rick. Allí, sentado junto a una chica muy guapa que le murmuraba algo al oído. Él le sonreía, relajado, como si el mundo no girase a su alrededor.
Ese gesto, por estúpido que parezca, fue un golpe tremendo para mí. «¿Cómo puedes vivir tranquilo sabiendo que tienes una hija y que jamás supiste nada de ella?»
Me quedé estática, con el iPad en la mano y los ojos clavados en él. Uno de sus amigos me preguntó si podían ordenar, pero no logré contestarle. Mi capacidad de reacción se evaporó de un plumazo.
Entonces, Rick me miró y su semblante se descompuso. La chica que estaba a su lado se giró hacia él y le dijo algo, pero no la escuchó. Llevada por mi instinto de supervivencia, me di la vuelta y caminé hacia la barra, sin saber muy bien si sería capaz de llegar, porque el corazón me latía tan deprisa que me ahogaba.
—Nora, por favor, cálmate.
El tono de voz apaciguado de Álex me trae otra vez al almacén. Ha sido el primer sitio que encontré para refugiarme de aquel hombre que un día me rompió el alma en mil pedazos, riéndose en mi cara y llamándome loca por no querer deshacerme del fruto de nuestro amor.
Amor. Una palabra que a Rick le quedaba demasiado grande.
Me tiemblan las piernas y no sé dónde poner las manos. ¿En las mejillas de Álex? ¿En las mías para cubrirme la cara? ¿O en las rodillas para dejar de moverlas?
—No puedo, Álex. No quiero salir... Por favor, haz algo.
—Cariño, tranquilízate. Estás demasiado alterada.
En ese preciso momento, se abre la puerta y Lucas aparece de la nada.
—Perdón por interrumpir, Álex. Necesito ayuda. Estoy solo y el bar está hasta arriba... —Él repara en mí de inmediato, tensándose por completo—. Nora, ¿qué te ocurre?
—Lucas, llama a Laila, por favor —le pide Álex aturullado.
—Pero...
—¡Que la llames, joder!
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Sentirte Decir "Te Quiero" #crisálidas3
RomanceDos rayas rosas pueden cambiar tu vida para siempre, y Nora lo sabe mejor que nadie. Porque cuando la prueba de embarazo resulta positiva, se convence de que su vida dará un giro de ciento ochenta grados. Álex se ha forjado un futuro lejos de su pa...