Hoy es el gran día. Sophie cumple ocho años.
Me parece que fue ayer cuando la vi por primera vez, envuelta en aquella manta color rosa y protegida en los brazos de Nora.
Después de dar a luz, ella me contó que, como había nacido por cesárea, no pudo sostenerla de inmediato. Sin embargo, unas horas más tarde, cuando la subieron a su habitación, una de las enfermeras le abrió la bata y colocó a Sophie encima de su pecho para que su calor la calmara.
También me relató el momento en que Sophie abrió los ojos por primera vez y la miró. La conexión increíble y sobrenatural que experimentó con ella y ese amor desmedido que todo lo sana, todo lo cura. Lo que te hace ver la vida con otros ojos, los de tu hija.
«Ya nada volverá a ser igual».
Las palabras que me dijo en su momento retumban en mi cabeza, porque, paradójicamente, yo siento lo mismo. Ahora, ocho años después, sé que mi vida ha cambiado para siempre y que por fin todo está en su sitio.
Sophie no eligió ninguna temática especial este año, solo globos de colores metalizados en distintos tonos pastel y guirnaldas de esas de las que tiras de una cuerda y prácticamente se arman solas. Una preciosa tarta con ocho velas, comida como para alimentar a un ejército, música y toda la gente que queremos. Algunas amigas del cole han venido también, ya sin sus padres, porque han pasado de la etapa de «niñas» a «niñas mayores».
Mi apartamento nunca había estado tan concurrido; yo jamás había sido más feliz. Nuestros amigos beben y comen mientras conversan. Han venido todos. El grupete como me gusta llamarles. Jamás faltan a una ocasión especial y esta lo será con creces.
Mi hermano se me acerca en cuanto me ve en la cocina, preparando unas cuantas bandejas con aperitivos y bebidas para reponer en las mesas.
—¿Nervioso? —Se deja caer sobre la encimera, cruzando sus fuertes brazos y observándome con gesto divertido.
—Mucho.
—Estás cagado en los pantalones.
—Joder... ¿Quieres callarte de una vez y ayudarme a llevar esto al salón? —ruego dándole un codazo.
Cuando quiere sacarme de quicio, lo consigue. Es incorregible. Él asiente con esa media sonrisa que continúa bajando bragas por la vida. Ahora son las de Corine y, por lo que he podido deducir, las únicas que le interesan. Me alegra y mucho. Espero que no la fastidie, porque la cantante del bar de Gene me cae de puta madre. Es una tía legal y buena gente, y ha sabido manejar a mi hermano con una maestría incuestionable.
Nos encontramos con el resto, entre ellos Nora, que habla muy entretenida con Alma, Lucero y Paula. Esas cuatro han hecho piña y se evidencia en la complicidad que desprenden cuando se juntan.
Pasamos una tarde agradable. Las peques juegan un rato en la habitación de Sophie, después, aparecen maquilladas y con las uñas pintadas. Nos hacen un desfile de modelos y las aplaudimos como si estuviésemos en las mejores pasarelas de semana de la moda en París.
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Sentirte Decir "Te Quiero" #crisálidas3
RomanceDos rayas rosas pueden cambiar tu vida para siempre, y Nora lo sabe mejor que nadie. Porque cuando la prueba de embarazo resulta positiva, se convence de que su vida dará un giro de ciento ochenta grados. Álex se ha forjado un futuro lejos de su pa...