Capítulo 5

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—Mami, ¡tengo hambre!

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—Mami, ¡tengo hambre!

—Ya llegamos Sophie, son solo unas calles más.

Hoy hemos quedado con Neil y Lucero. Me apetecía mucho contarles las novedades laborales y también tomarnos con ellos un chocolate caliente y un café con mucha canela.

Cuando llegamos a la cafetería donde solemos juntarnos, la que primero nos saluda es Lucero. Nos espera sentada en una de las pequeñas mesas que dan a uno de los rincones y que solemos preferir por comodidad.

—¡Hola, Lucero! —Sophie corre a su encuentro, dándole un afectuoso abrazo. Tras saludarnos, me explica que Neil ha ido un momento al servicio y que no tardará en regresar.

—Te he traído un regalo —le dice a Sophie con señas y a la vez pronunciando las palabras de un modo bastante pausado.

Es increíble cómo ha avanzado todo este tiempo gracias a la ayuda de los logopedas y lo rápido que está aprendiendo a hablar. Sophie no tiene problema en entenderle, ya que en su momento se esmeró en ayudar a Neil a estudiar el LS e interiorizó bastantes vocablos.

—¿Qué es? —pregunta mi hija con enorme expectación.

Ella le entrega una bolsa de la que saca una muñeca preciosa de Rapunzel. Cuando la toma entre sus brazos y la estrecha como si fuese el regalo más bonito que ha recibido en años, Lucero no puede ocultar su emoción. Sus ojos se llenan de lágrimas, justo en el instante en que Neil regresa del baño.

—¡Hola! ¿Qué tal, chicas? —nos saluda, sentándose junto a su chica, quien ya ha sacado un pañuelo del bolso—. ¿Todo bien, cielo?

Lucero asiente, y cuando Neil se percata de lo que Sophie sostiene en las manos, asiente con una expresión de cariño que consigue enternecerme.

—Ah, ya veo... ¿Quieres que se lo explique?

Lucero es incapaz de hablar. Ella le da a entender que sí con una seña, por lo que Neil se dirige a Sophie.

—Esa muñeca es muy especial para Lucero. Fue un regalo que le hizo Claire, su madre, al poco tiempo de conocerse cuando aún vivía en el orfanato.

Sophie la observa sin poder creer que algo tan especial pase a ser suyo.

—Quiere que te la quedes tú —continúa él—, porque cuando te vio bailar en el teatro, le recordaste lo feliz que fue cuando conoció a quien hoy es su mamá. Es su forma de darte las gracias.

Me he quedado sin palabras, al igual que mi hija, que se abalanza sobre ella para darle otro abrazo interminable. Neil me observa tan afectado como yo, a lo que reacciono guiñándole un ojo y haciéndole saber lo feliz que estoy de que él y Lucero por fin estén juntos después de tantas idas y venidas.

—Gracias. La cuidaré muchísimo, te lo prometo —le asegura Sophie cuando por fin se separan—. Es preciosa.

Lucero le acaricia las trenzas, un gesto que me encanta, porque demuestra la complicidad que hay entre ellas. Es asombroso cómo los lazos de amistad se van tejiendo con el tiempo. Conocí a Neil cuando vino a Nueva York escapando de la penosa relación que lo unía a su padre, y buscando enmendar errores que lo llevaron a distanciarse de su chica. Cuando lo consiguió, ella aceptó su propuesta de vivir con él, pidió el traslado en la universidad y pasaron a compartir piso. Así fue como nos hicimos amigas. Nos gusta salir de compras o, simplemente, compartir una tarde agradable.

Sentirte Decir "Te Quiero" #crisálidas3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora