Tengo dos llamadas perdidas de Stephanie. Me tenso de inmediato al pensar que quizá ya haya vuelto de su viaje y que quiera verme. Y lo hago, porque no me apetece estar con ella, simplemente, no tengo ganas. Me siento un cabrón de primera. Sé que tengo que hablar con ella, exponerle esto que me está pasando e intentar que me entienda.
Temo a su reacción, no voy a decir lo contrario. Stephanie tiene carácter y cuando quiere, puede llegar a ser bastante sádica. La conozco bien, pero no es justo mentirle, no puedo engañarla de esta manera.
¿Cómo puede cambiar tan pronto el sentimiento hacia una persona? ¿Cómo es posible que hasta hace pocos días planeara casarme con ella y ahora no hago otra cosa que pensar en Nora? Bueno, si tengo que ser sincero, jamás he podido quitármela de la cabeza. Pero es que ahora la necesidad de tenerla conmigo es enfermiza.
Le devuelvo a Steph la llamada, pero no consigo que coja el móvil, así que decido ir a casa a comer. Hoy no me atrae la idea de quedarme en el bar, básicamente, porque prefiero evitar pasar demasiado tiempo con Nora. Ya no me fío de mí mismo. Temo perder el control si la tengo cerca y hacer algo inapropiado, aquí, donde estamos tan expuestos a ser descubiertos por Lucas o Laila.
Estos días han sido raros, tensos. Nos hemos dedicado miradas furtivas, y si nos rozábamos al pasar o al compartir espacio en la barra, era como si un calambre nos recorriera a ambos, obligándonos a tomar distancia.
Esta situación es muy insólita. Demasiado. Tanto tiempo ocultándolo, tantos años soportando esta ansiedad, y ahora todo se ha descontrolado.
—Me marcho, hoy comeré en casa —le aviso a Nora. Lucas se encuentra sirviendo las mesas y ella me observa sin mostrar ningún tipo de emoción. Hoy está muy callada y eso me inquieta—. Te veo mañana.
—Claro.
Salgo con la cabeza gacha rumbo a mi piso. Cojo el coche, y unos minutos más tarde estoy aparcando en el garaje.
Cuando giro la llave y entro, escucho ruidos que provienen de una de las habitaciones. Camino con cautela frunciendo el ceño, ya que no tardo en darme cuenta de que son gemidos.
Afino el oído y no solo me percato de que la fiestecita proviene de la habitación de mi hermano, eso es lo de menos. Lo que me deja frío, es el tono de voz que distingo en cada chillido.
—¡Sí, sí! ¡Más fuerte, joder! ¡Fóllame duro, Demyan!
Mi cara se descompone y mis músculos permanecen tiesos. «¿Stephanie?» me pregunto, justo en el instante en que algo que diviso en el salón me da la respuesta que busco. Su maleta está apoyada a un lado del sofá.
Doy unos cuantos pasos al frente, topándome con la puerta.
—¡Dios! —vuelve a gritar y es entonces cuando la abro.
Allí me los encuentro a los dos. Demyan encima de ella, dándole por detrás mientras le tira del pelo. Por la postura que tienen, ninguno advierte mi presencia. Yo continúo de pie en el umbral, siendo testigo de cómo mi hermano le mete el taladro percutor a la que hasta ahora era mi prometida.
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Sentirte Decir "Te Quiero" #crisálidas3
RomanceDos rayas rosas pueden cambiar tu vida para siempre, y Nora lo sabe mejor que nadie. Porque cuando la prueba de embarazo resulta positiva, se convence de que su vida dará un giro de ciento ochenta grados. Álex se ha forjado un futuro lejos de su pa...