𝒳𝒳𝒱𝐼𝐼𝐼 -𝓗𝓸𝓰𝓪𝓻 𝓭𝓾𝓵𝓬𝓮 𝓱𝓸𝓰𝓪𝓻-

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*Separador: Krista*

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*Separador: Krista*

Observé a Krista terminar su cuarta taza de café del día. Estoy segura de que su obsesión con la cafeína iba a tomarle factura algún día, pero decidí no decirle nada para no hacerla enojar.

Sus grandes ojos me miraron al dejar la taza sobre la encimera, entrecerró los ojos y lentamente fue acercándose hacia mí. Abrí mis brazos hacia ella y la tomé de la cintura para guiarla y sentarla sobre mi regazo. Rodeé su estómago con ambos brazos y la hice recargarse sobre mi cuerpo.

Aquel olor a café que solía acompañarla llegó a mis fosas nasales y sonreí por su proximidad antes de dejar un beso en su hombro.

—¿Cómo crees que esté yéndole a Gabriel?

Ya habían pasado unas cuantas semanas y el cazador tenía que informar el estado de la misión que estaban realizando, por lo que esta mañana había ido a dar un reporte con los cazadores. Puras mentiras, claramente.

—Siendo sincera, prefiero no pensar en eso— Soltó un suspiro— Llevamos ya mucho tiempo haciendo y deshaciendo a nuestro antojo, estoy segura de que todo se irá a la basura en algún punto.

La apreté más hacia mi cuerpo.

—Enfrentaremos lo que se ponga en nuestro camino, cariño.

Se alejó un poco de mi cuerpo solo para poder voltear hacia atrás y mirarme. Había descubierto que mis ojos reales le asustaban, por lo que procuraba tener el iris negro la mayoría del tiempo.

Supongo que es por el hecho de que así me conoció y de algún modo me hacen ver más humana, pero sigue existiendo ese sentimiento de tristeza en mí.

Mis ojos reales son llameantes, el negro que tengo en este momento se da gracias a la capacidad que tienen los vampiros de camuflar el intenso tono sangre.

—¿Qué pasa? — Su voz me sacó de mis pensamientos.

—¿Eh?

—Tu mirada se oscureció.

¿Más?

—Mis ojos son negros, Murray.

Sé que ese no es su nombre, pero no me importa. Es Murray para mí.

—Lo sé, pero...— Se acercó a mi rostro y acarició mi nariz con la suya— Te pusiste triste.

Negué lentamente y tomé sus labios con dulzura, intentando que dejara de preguntar. No quiero mentirle, pero decirle que me entristece que le de miedo mi verdadera forma no era una opción para mí.

—Lamento interrumpir— La voz de Infinity me obligó a despegarme de los labios ajenos y mirarla con molestia— No me mires así, vengo en son de paz.

Krista se levantó de mi regazo y caminó hacia la bruja, intentando ver lo que había dentro de la caja que la rubia traía.

—¿Qué es? — Intentó quitar la tapa, pero las manos de Infinity se lo impidieron.

Castigo EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora