𝒱- 𝓒𝓸𝓷𝓮𝓳𝓲𝓽𝓸-

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*Separador: Krista*

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*Separador: Krista*

¡¿Y esa vieja chancluda quién se cree?!

Me acerqué al espécimen grosero que se encontraba a unos cuantos metros de mí y carraspeé. La chica a mi lado me miro con curiosidad y bajó la cabeza al ver que, tan pronto como me posicioné a su lado, la vieja esa volteó a mirarme.

—¿Necesita algo señorita? — Me dijo con la voz más irritante que jamás haya oído, tenía una sonrisa exagerada en sus labios, que dejaba a la vista sus amarrillos y chuecos dientes.

—Si, venía a preguntarle si tiene algún problema en la cabeza, no escucha, es sonsa, o sus padres no le enseñaron a contestar cuando se le pregunta algo, porque tal comportamiento me parece hecho para un simio con el cerebro del tamaño de una molécula subatómica.

Terminé de hablar y la mujer me miró alarmada y furiosa.

—¿Quién se cree para hablarme así? ¡Usted es una persona sumamente grosera!

Solté una carcajada.

—¡Vaya, mira!— Le dije a la chica a mi lado— ¡Si que sabe comprender oraciones! Pero cómo evoluciona la ciencia.

La chica soltó una ligera risa que hizo a la mujer tras recepción saltar de su asiento furiosa.

—¡Las quiero a ambas fuera de este lugar en este momento!

Levanté ambas manos mostrando mis palmas ante la doña esa y asentí con una sonrisa.

—Pero claro señora, porque ¿es una señora, verdad? Es que tengo duda si lo que esta frente a mí es un ser humano real o solo un mono que fue escasamente rasurado.

—¡Dije largo de mi comisaría!

Sentí algo pasar por mi brazo y dar un ligero jalón. Volteé a mi lado y observé a la chica mirarme con una sonrisa mientras tenía su brazo entrelazado con el mío.

—Vámonos antes de que le robe la pistola a un oficial y comience a dar tiros. — Yo solo asentí y salí corriendo junto a ella, no sin antes gritarle una merecida despedida a la recepcionista.

—¡Fue un completo disgusto conocerla, espero no ver su horrible cara de nuevo!

Escuché como algo se rompía tras de mí al cerrar la puerta y terminé riendo como loca al lado de mi acompañante, su risa era bastante más recatada que la mía, pero era agradable escucharla.

—Estuviste increíble allá adentro, muchas gracias.

Dijo la chica cuando su risa cesó.

—No tienes que agradecerme, esa ridícula no tenía el derecho de tratarte de aquella manera.

—Bueno, ya estoy acostumbrada a esos tratos, pero me alegró que alguien interviniera de esa forma tan épica. Y por cierto, un gusto, soy Calliope.

Estiró su mano y la sostuvo frente a mí, no dudé ni un segundo en tomarla.

Castigo EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora