𝒳𝒳𝐼 -𝓐𝓫𝓼𝓽𝓲𝓷𝓮𝓷𝓬𝓲𝓪-

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(Maratón 2/?)

*Separador: Krista*

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*Separador: Krista*

No pude dormir en toda la noche pensando en las posibilidades de que mi puerta fuera abierta por esa bruja y viniera a matarme de la peor manera que encuentre.

No dejé mis dagas en ningún momento, ya que me permitían sentirme más tranquila, e incluso pensar en que Flamita se encontraba cerca me brindaba ese sentimiento de protección, ya que, si no le ha permitido lastimarnos es porque tendrán algún trato ¿no?

Eran las 6 de la mañana cuando decidí que era el momento exacto para levantarme y darme un buen baño, así que eso hice, tomé las prendas con las que llegué a la Tierra y las llevé conmigo al baño.

Hoy era el día en el que mis manos sentirían la satisfacción de matar a uno de esos monstruos.

No me sentía preocupada con el hecho de que Martina se encargara sola de la bruja, ya que ella era una de las neutras más poderosas que estuvieran vivas en Argent, es por eso que se me hizo tan raro que ella fuera la encargada. Mi hermana tenía misiones bastante más peligrosas y extravagantes.

Tomé un baño mucho más largo del que suelo tomar y al salir de él me dirigí hacia la cocina, lista para preparar mi primer café del día.

Estoy segura de que después de obtener mi séptimo tatuaje, la cosa que más me motivará para bajar a la Tierra será venir a tomar esta delicia culinaria, si señor.

Al llegara a la cocina, algo me llamó la atención en el sillón que se encontraba cerca, un bulto.

Me acerqué con cuidado y descubrí una melena roja salir de una larga manta gris.

—¿Flamita? — Solté sin querer.

Las largas pestañas se separaron y dejaron a la vista aquellos hermosos ojos carbón, al notar mi presencia, el cuerpo de la oficial se levantó rápidamente del lugar.

—Buen día— Se alejó de mí y se dirigió hacia el baño del que recién había salido.

¿Había dormido en el sillón? ¿Por qué?

De pronto el recuerdo de que cierta bruja se quedaría en su cuarto me había llegado a la cabeza.

Oh, ¿este era el plan desde el principio? ¡Y yo toda consternada!

Me daría vergüenza, pero ese sentimiento no me suele saludar.

Terminé de preparar mi café con una sonrisa y me dirigí hacia la mesa que se encontraba entre la cocina y la sala, ahí tomé asiento esperando a la pelirroja, con otra taza de café. Sino llegaba, que ni crea que mi bebé iba a sobrevivir.

Unos minutos después llegó como nueva, su cabello estaba suelto y mojado. No solía dejarlo suelto, pero se veía bastante bien de esa forma, tenía un largo cabello que le llegaba hasta la cintura.

Castigo EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora