𝒳 𝐼𝒱 - 𝓒𝓪𝓵𝓵𝓲𝓸𝓹𝓮 -

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*Separador: Krista*

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*Separador: Krista*

-Tú eliges Murray.

Sin querer, abrí mis ojos por el asombro de escucharla decir aquello.

Por Jesusito en el pesebre.

¡¿Y a esta qué le pasa?!

Bien, relájate Krista, eres una cazadora y ella una simple mundana, sabes como jugar su juego.

Relajé mis ojos al darme cuenta de lo sorprendida que me veía, por lo que volteé a ver al techo de mi habitación y suspiré.

-Créeme flamita, me encantaría hablar de esto contigo, pero en este momento, me interesa más saber qué rayos fue lo que pasó allí.

-No es de tu incumbencia, Murray.

-¡Oh, eso no es justo! Estuve contigo todo el día buscando desenmascarar a ese isopo parlante como para que ahora vengas y me digas esa tontería.

Me miró durante un largo rato, analizando mis palabras.

-No debo hacerlo, Krista.

Me levanté de mi cama y caminé hacía ella, al estar a unos cuantos centímetros de tocar su cuerpo ladeé mi cabeza e hice una mueca.

-Pero lo harás - Me aproximé más a ella y toqué su barbilla con mi dedo -Vamos, cerecita... Solo quiero ayudar.

La oficial suspiró rendida y se alejó de mi mientras miraba el suelo.

-Bien, hablemos de eso entonces.

Asentí ante su falta de emoción e inmediatamente la observé volver a aproximarse a mi cuerpo y un efímero sentimiento de nervios me recorrió el estómago al verla, pero se fue cuando me pasó de largo y salió de la habitación, aquel sentimiento solo dejó rezagos que me hicieron querer golpearme la cara.

¿Pero qué me pasa? Es solo el anticristo.

La seguí hacia su habitación aún con la incomodidad de haber sentido todo aquello.

De nuevo la encontré buscando información en un gabinete que tenía cerca de ella, lo abrió con cuidado y sacó un par de fotos.

Se aproximó hacia mí y me entregó las dos imágenes.

Tomé lo que me ofrecía con mucho cuidado y miré las imágenes grabadas en ese pedazo de papel.

En los pequeños recuerdos se veía a una pequeña joven con la cabeza llena de rizos y hematomas en todo su infantil rostro, no tenía más de 16 años. Sus pómulos estaban hinchados y parecía que no había dormido en años, su cara estaba desfigurada, era espantoso.

Un nudo enorme se formó en mi garganta mientras seguía viendo aquellas desgarradoras imágenes.

-Por Dios...

Castigo EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora