Ser un Cazador en Argent es agotador, pero lo es más cuando te encuentras en una de las líneas más bajas en el poder y terminas reprobando una prueba que definirá tu futuro.
Krista es aquella desdichada cazadora que por una mala respuesta en su exam...
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*Separador: Krista*
Terminé de alistar mi maleta y la cerré con mucho cuidado. Aún no puedo creer que enserio voy a bajar a La Tierra sin una misión y sin armas.
Sin mentir, creo que este es el peor castigo que alguien me ha impuesto.
¡¿Qué caracoles voy a hacer allá?!
¡Además no conozco a nadie y odio socializar con desconocidos!
Bien, no importa, sé que puedo hacerlo. Aunque debo admitir que mi aprecio por el señor musculitos bajo un poquitín con sus sandeces.
Pero bueno, de alguna forma logró salvarnos de repetir los dos años del nivel 6.
Caminé hacia el espejo que está sobre mi escritorio y lo tomé con poco cuidado. Un suspiro salió de lo más profundo de mí al ver mi reflejo en él.
Hace unos días habría jurado que para esta fecha yo ya tendría la séptima cruz en mi cuello, el séptimo tatuaje que definiría mi nivel como cazadora.
He fingido que no me afecta no haber pasado ese tonto examen, pero la verdad es que no puedo con la decepción que siento por mí. Sé bien que jamás se me ha dado bien el trato con los mundanos, pero ¡¿reprobar un examen?! Eso ya llegó a un nivel al que jamás creí llegar.
Unos toques en la puerta me sacaron de mis pensamientos.
—¡Largooo!— Musité sin siquiera saber quién estaba tras la puerta.
—Soy yo Key— La voz del Adonis mayor me hizo saltar en mi sitio.
Caramba, ¿qué hace aquí?
—¿Qué haces aquí, Bicho?— Me acerqué a la puerta y al abrirla encontré aquellos ojos cafés viéndome con una sonrisa.
—Quería asegurarme de que no me odiaras.
Lo dejé entrar en la habitación y solo negué con la cabeza.
—En la escala de los peores traidores a la patria, actualmente tú...— Hice silencio mientras lo veía ponerse un poco serio mientras el silencio aumentaba— Ni siquiera estas allí, bicho raro.
—Ah, extrañaba tus tontos apodos. — Se acercó hacia mí y me enrolló en sus gigantescos brazos.
Fingí toser y ahogarme como si me estuviera matando en la horca y el mastodonte solo se rio.
—Boba— Me miró a los ojos aún con una risa floja que me hizo sonreír como sonsa.
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