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Al salir a la calle principal el público que se encontraba en las tribunas laterales rompe en gritos y vítores, lanzando rosas o cosas parecidas al centro de la calle, se escuchan varios gritos de las personas diciendo:

-¡Distrito Dos! ; ¡Distrito Dos!

-¡Distrito Uno!

Por alguna extraña razón sentía fastidio al saludar a la gente del capitolio así que centre mi vista en un punto fijo y no devolví saludos ni los observe por nada.

Las voces se alzaban cada vez más conforme avanzábamos, los gritos eran más para dar ánimos al Distrito Uno, Dos, Cuatro y Siete, estaba seguro de que apoyaban al Siete por la actuación de su última vencedora.

Al momento de llegar a la mansión del presidente, este salió y observo a todos los tributos uno por uno, al acabar esto se acercó al micrófono que estaba en frente de él y dijo:

-¡Felices juegos del hambre y que la suerte este de su lado!

Otra vez esa frasecita- pensé- Cuando entenderán que la suerte jamás estará del lado de ninguno de los tributos al estar obligados a matarse el uno al otro.

Cuando el carruaje por fin se detuvo frente al centro de entrenamiento y pudimos bajar nos encontramos con Aylen, Brutus y Enobaria, mi mentora se detuvo y me tomo del brazo alejándome del resto.

-¿¡No pudiste seguir mi consejo!?- Dijo enfadada

-¿De qué hablas?

-¿No pudiste saludar y fingir una simple sonrisa?

-Lo siento lo olvide- mentí

-No lo sientas por mí, sino por ti, es tu vida la que está en juego.

Enobaria tenía razón, debía que ser más amable con el público para poder recibir patrocinadores y más oportunidades de ganar

En ese momento Aylen nos interrumpió diciendo:

-Ya apresúrense que tienen que comer y descansar para mañana.

Subimos al ascensor que nos lleva hacia el departamento del segundo piso, una vez dentro me dejo caer sobre un sofá que estaba frente a la entrada.

Diez minutos después Brutus, sin hacer caso a los comentarios de Aylen, nos estaba llamando para ver algo en la televisión.

Era la cosecha de los demás tributos.

Empezamos por la cosecha del Distrito uno donde una musculosa chica alzaba victoriosamente los brazos y su compañero un muchacho negro de unos dieciséis años intentaba imitarla, después pasamos a nuestra cosecha en donde se veía a Lía pasar al escenario y a mi siendo abrazado por mi hermana antes de que un agente de la paz se la llevara junto a mi madre, los tributos del tres tenían como unos quince años cada uno y se los veía asustados, los del cuatro eran unos tributos muy raros y fuertes a la vez con la piel quemada por el sol, en las demás cosechas no puse atención ya que no se los veía tan amenazantes como los otros, solo recuerdo que en la cosecha del distrito doce había una escolta llamada Effie, que era realmente parecida a Aylen y como las cámaras enfocaban a una chica morena con una trenza para un lado y a un hombre ebrio tendido en una silla del escenario.

Después de discutir de lo que teníamos que hacer en el entrenamiento y que no teníamos que mostrar nuestra mejor cualidad pero si demostrar que no somos unos inútiles, Aylen, Enobaria y Brutus se fueron respectivamente a sus habitaciones. Lía y yo nos quedamos solos, era la primera vez que estábamos solos desde que nos conocimos, había un silencio incomodo así que decidí romperlo.

-¿Piensas que puedes ganar?- Le pregunto

-Claro que sí, tengo las mismas posibilidades que tú tienes- Dijo un poco ofendida

-No, no me refería e eso, me refiero a que: ¿no te ha pasado que piensas que darás todo de ti, pero en otros momentos piensas que no tienes ninguna posibilidad?

-Claro que sí.- responde mas calmada.- Pero si muero allí quiero hacerlo luchando y no morir como una cobarde.

-No creo que seas una cobarde- murmuro

-Yo tampoco creo que seas un cobarde.- se levantó de su silla, se acercó hacia mí, me tomo de la barbilla y sus labios se tocaron con los míos.

En ese momento me sentí como la persona más feliz del mundo a pesar de estar en estas circunstancias, sentí como algo recorría por todo mi cuerpo.

Lía se separó lentamente de mí y se fue rápidamente hacia su habitación.

72 Juegos del HambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora