Siento el golpe en la espalda, lo que me dejaría sin respirar, no lo hace, puesto a que no estoy respirando, el aire no entra por mis pulmones, cada vez que intento respirar no lo consigo, lo único que logro es agitarme más, trato de arrastrarme para subir por la pendiente, pero no puedo, he estado sin respirar durante un minuto aproximadamente, no creo poder aguantar mas, veo como un paracaídas cae delante mio, lo abro muy rápido, y con las ultimas fuerzas que me quedan me clavo una aguja en la pierna.
El aire empieza a entrar en mis pulmones de poco a poco, las convulsiones se detienen, aun no amanece del todo, me levanto, el aire que respiro es pesado y no entra mucho, por suerte caí con mis cosas las recogo junto con el paracaídas, subo la pendiente ya muy cansado, aun no hay nadie, me siento en las plataformas para recuperar energia.
Mierda, mee quede dormido en la plataforma, pero no vino nadie, estoy seguro, de otra forma ya estaría muerto, ya me encuentro bien, pero cada movimiento hace que me de una punzada de dolor en la espalda, me levanto de a poco, tengo que regresar al bosque, no puedo estar herido en un lugar donde se me vea claramente, cada paso que doy hace que me duela mas la espalda, estoy bajando, pero una nota cae del paracaídas, no la había visto, ni recordaba que me llego, solo recuerdo las convulsiones, la abro.
No salgas del centro, o morirás.
-Tus mentores.¿Cómo que no salga del centro? Acaso la Cornucopia es el centro, eso debe ser, debo hacer caso a ambos, ¿me lo dicen por lo que casi muero asfixiado? O ¿porque hay algo más afuera que me puede matar?
Decido con mis ultimas fuerzas, subir al techo de la Cornucopia, la parte de atrás no es tan alta como la de adelante así que subo sin muchas dificultades, me tumbo boca abajo y espero, no se que estoy esperando, pero lo hago, si quieren que me quede aquí lo haré, ellos saben por que lo hago.
El cielo es de verdad muy azul, es un azul muy llamativo, no parece ser natural, esto no es muy alejado de la realidad, tal vez sean simples paneles que simulen ser un cielo, oscureciendo y amaneciendo, pero hay algo de que si estoy seguro, otro paracaídas cae del cielo, este tiene no solo una cosa tiene una mascara muy extraña, como las que usan los mineros de mi distrito pero mas pequeña, mucho mas pequeña y una pequeña pomada.
Lo primero que hago es sacarme la chompa y la camiseta, me aplico la pomada pero no creo que haya sido muy buena idea, la espalda me empieza a quemar como si me estuvieran quemando vivo, no solo grito, lanzo patadas lo que hace que suene el metal de la Cornucopia como un eco sobre toda la arena, de seguro ya viene alguien a ver que pasa, el dolor es tan fuerte que me hace llorar, me enrollo sobre mi mismo has que va pasando, ya no me arde ni me duele la espalda, la crema me curó totalmente de las las fracturas, es hora de colocarme la mascara, al momento en que esta cerca de mi nariz y boca, esta salta a mi cara y se ajusta a mi estructura facial y desaparece, se hace invisible, estos dos regalos debieron haber costado mas que todo el distrito dos junto, esto quiere decir que alguien confía en que gane los juegos, esto ya esta a punto de acabarse, después de esto estoy muy confiado, siento que puedo ganar y el momento de demostrarlo es ahora.
Un tributo sale de la pendiente, se ve muy cansado, debe ser mayor a mi con un año, el aun no me ve, bajo de la Cornucopia sin si quiera ponerme la camiseta, no tengo tiempo para hacer eso, no hago ningun tipo de ruido, el solo se da cuenta cuando me tiene a unos cinco metros, saco el hacha y le doy un golpe certero en el pecho, sin dolor, sin complicaciones, su muerte es instantánea, el cañón suena.
La garra metalica del aerodeslizador sube al tributo hacia su interior, me duele haberlo matado así, prefería no haberlo hecho de ese modo, el no me ha hecho nada, ni si quiera lo conozco, pero tuve las razones suficientes para hacerlo, el hecho de estar en la misma arena ya es una de ellas, era el o yo, si alguien es culpable de su muerte es el Capitolio, si jamas hubieran creado estos juegos no hubiera pasado esto, imaginarme a su familia abrigada en la esperanza de que ya solo quedábamos cuatro y que el podía regresar a seguir con su vida me hace sentir asco de mi mismo, acabo se segar la vida de alguien.
Las cosas ya están reducidas a tres, desde que me puse la mascara no me he cansado tanto como en estos últimos días, es mas no me siento para nada cansado, voy a esperar aquí hasta que vengan los demás, si hago las cosas bien tendré mejores oportunidades para ganar.
La tarde pasa sin noticias ni de Magda ni de el otro tributo que falta, no quiero subir a otro arbol porque me puede pasar lo de ayer y estoy seguro de que nadie querrá seguir dando patrocinio a un tonto que cae de arboles, subo de nuevo a la Cornucopia, uso la mochila como almohada, me cubro por la manta térmica, este regalo, que me salvo de morir de hipotermia, es lo mejor que me han dado, si logro ganar juro que me la llevare.
Me quedo dormido, sin si quiera ver quien murió hoy, por que ya lo se, yo lo mate.
Esta mañana es diferente, hay nubes en el cielo y tiene pinta de que va a llover, estoy seguro de que hoy se acaban los juegos, los vigilantes deben estar armando algo para juntarnos.
Pero no es necesario, Magda esta con toda su cara llena de sangre, viéndome desde el lugar en el que mate al tributo de ayer, y para mi suerte esta sola.
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72 Juegos del Hambre
Hayran KurguJay Ruess, originario del Distrito 2 está listo para convertirse en un Agente de la Paz y servir al Capitolio, pero todo cambia cuando es seleccionado como tributo para los Septuagésimo Segundos Juegos del Hambre.