11. Septuagésimo Segundos Juegos del Hambre

347 19 3
                                    

No pude dormir bien por los nervios, para calmarme trataba de recordarme a mi mismo las estrategia que hice con mi mentor y las alianzas con los tributos y que prácticamente eso me garantizaba llegar hasta final de Los Juegos.

Me levanto cuando el reloj marcaba las ocho de la mañana, salgo de mi habitación y listo para comer mi último desayuno del Capitolio, el comedor esta casi vacío, como lo más rápido que pude ya que no quiero ver a Lía hasta que sea necesario, la última vez que a la vi me beso y no quiero que me empiecea gustar, aunque eso era casi inevitable.

Cuando acabo de desayunar Aura viene a recogerme, como siempre esta vestida de acuerdo a la moda del Capitolio, subimos hacia el tejado en donde aparece un gran aerodeslizador, de la puerta posterior nos avientan una escalera por la cual subimos, en la entrada una mujer, alta de pelo y piel teñida de blanco me dice:

-Dame tu brazo.

-¿Para qué?- digo un poco confundido.

-Para colocarte el rastreador niño- se impacienta al ver que no se lo doy- Apresúrate que no tengo todo tu tiempo.

Le tiendo el brazo, siento como una aguja penetra mi piel y como deposita algo dentro de mí, saca la aguja de una manera muy rápida, lo que me hace sentir un horrible dolor.

El viaje a la arena, el lugar en donde todos excepto uno morirán, dura unos cuarenta minutos. A medida que el aerodeslizador aterriza todo empieza a oscurecerse y me pregunto cómo será la arena de este año, lo primero que se me viene a la miente son los juegos de hace algunos años, la arena fue una llanura llena casi sin árboles, quizá este año sea parecido anqué en poco tiempo ya no tendré mas esa duda.

Después de bajar hacia los túneles, que intuyo que están bajo la arena, Aura y yo estamos en una recamara que lo único que contiene es una mesa con ropa y una placa metálica que sube a un piso superior, yo seré la única persona que utilizará esta sala de lanzamiento ya que Los Juegos no se realizan dos veces en el mismo lugar.

Aura me dice que me coloque la ropa que esta sobre la mesa metálica, tomo unas botas, una camisa, un pantalón cargo negro y una chompa gris, me siento tan nervioso que empiezo a morderme las uñas, esto no podía ser peor.

¿Cuánto tiempo estaré vivo? ¿Qué pasa si forman un grupo para matar a todos los profesionales? Ya quiero que esta espera termine para no pensar más en esto.

-¿Quieres un vaso de agua?- me dice Aura un poco preocupada

Asiento sin poder quitarme todos estos pensamientos de encima, al cabo de diez minutos una voz me indica que me coloque sobre la zona de lanzamiento, me despido con un abrazo y un gracias de Aura y me dirijo hacia la plataforma.

Ya está, en menos de dos minutos estaré en Los Juegos, me pregunto si mi familia los esté viendo, claro que los deben ver, recuerdo cuando nos reuníamos a verlos siempre en la casa de mis abuelos, mis tíos emocionados y mi madre preocupada, si muero ojala que sea rápido y sin mucho dolor.

No sé qué podría pasar en este tiempo si tendré que matar, aunque no quiera hacerlo, si moriré o como moriré, solo el tiempo lo dirá.

-Treinta segundos para el lanzamiento- dice la misma voz de antes interrumpiendo mis pensamientos, lo cual agradezco.

De la plataforma sale un tubo de cristal, espero por unos segundos en la oscuridad, la placa metálica que está bajo mis pies se ilumina un poco, empieza a ascender rápidamente y al final se ve una luz que ilumina todo, tardo unos segundos en recuperar la visión.

Noto que la plataforma se detiene, lo primero que veo al llegar a la arena es un gran bosque de secuoyas, si no me equivoco, que se extiende hasta las montañas, me doy cuenta de que estoy en un claro que está rodeado completamente por una pendiente, localizo a unos cuarenta metros la Cornucopia, los rayos de sol reflejan con el metal del gigantesco cuerno dorado, con el pico curvo y una abertura de unos seis metros de alto, enseguida localizo lo que estaba buscando, en el interior de la Cornucopia hay un chaleco con aperturas llenas de mortales cuchillos.

Eso será mío pase lo que pase- pienso

-¡Damas y caballeros!, ¡que comiencen los septuagésimo segundos Juegos del hambre!- La voz de Claudius Templesmith suena por todo el estadio.

Enseguida una voz comienza a contar en forma regresiva.
Tengo planeado saltar cuando falte menos de un segundo, así cuando mis pies toquen el piso las minas ya estarán desactivadas, no puedo esperar, intento localizar a Lía, es la primera vez que veo a los demás tributos, a mi lado izquierdo está el tributo masculino del siete, a mi otro lado está la tributo del cinco, al fin localizo a mi compañera que esta diez tributos a mi izquierda, ella ni si quiera me ve, tiene los ojos fijos en la Cornucopia.

Faltan once segundos, me coloco en posición para correr y cuando la voz apenas pronuncia uno me aviento rápidamente al piso, no pasa nada así que sigo corriendo hacia la cornucopia, cuando estoy a unos seis metros de los demás tributos volteo a ver y los demás recién están saliendo de sus pedestales, corro lo más rápido que puedo, tomo una maleta sin detenerme entro en la cornucopia, tomo lo que estaba buscando y me lo coloco rápidamente sobre la chompa, aprovecho para tomar una espada y una hacha y me las cuelgo del cinturón.

¿Qué hare ahora?, lo más lógico sería esperar a que lleguen mis aliados y deshacernos de los más débiles o lo que se interponga, en ese momento veo como el tributo del cuatro entra con un tridente en mano, enseguida lo levanta y lo lanza hacia mí.

Por instinto me aviento antes de que logre acertar, mi contrincante se queda sorprendido al ver que lo esquive, aprovecho su confusión para levantarme, saco un cuchillo del chaleco mientras me aproximo a él, al no tener otra arma intenta correr pero acierto un golpe en su espalda, un grito seco sale de su boca mientras cae y choca contra el frio piso de metal, me quito el hacha del cinturón y aprovechando que esta en shock por el golpe, alzo el brazo y clavo varias veces mi arma en su pecho hasta asegurarme que no se mueve.

Levanto la mirada y veo una gran lucha fuera de la cornucopia, enfoco mí vista en la escena que ocurre a unos metros de donde estoy.

Lía está luchando contra los dos tributos del uno, ella patea en el pecho a la chica lo que la hace caer, toma del cuello al chico, levanta un poco su cabeza y se lo corta con una hoz, la chica que se encontraba derribada en el piso rápidamente se incorpora y ataca a Lía, ella esquiva el golpe y contraataca, pero la tributo es mucho mas fuerte la toma del brazo y clava un cuchillo en el pecho de mi compañera, Lia cae al piso y empieza a salir sangre de su herida, miro como sus ojos se encuentran con los míos antes de morir.

Los tributos del tres, el doce y la chica del cuatro se agrupan con la del uno y me señalan, pienso enfrentarme a ellos y matar a uno por uno por lo que hicieron, pero me superan en número, seria inútil luchar con tantos a la vez. Cargo la maleta al hombro y salgo corriendo lo mas rápido que puedo, siento que no me persiguen pero igual regreso a ver para confirmar, no me doy cuenta que el claro esta terminando y resbalo por la pendiente, me recupero y corro hasta que los arboles son suficientemente densos para esconderme.

Aun no puedo creerlo, nuestros "aliados" nos han traicionado y Lía está muerta.

72 Juegos del HambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora