Capítulo 48

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Máximo.

Mi mujer es una maldita estrella en su trabajo, todo gira alrededor de ella, tan impetuosa y tan inteligente. Ya entiendo porque todos la quieren y la admiran, además de que les sabe celebrar el buen trabajo que realizan.

Camina sin mirar a nadie, no se percata de las miradas que desata a su paso y la oscuridad en la que me hace andar con los pies ardiendo en carbón caliente. Mi bella y preciosa mujer encantándome y reduciendo me a cenizas si se le pega la gana.

Dice que comeremos cuando estemos en el avión porque todavía no alistamos las maletas, se preocupa por llegar a la hora que ha acordado, no puede caber la tardanza en su cabeza, no concibe faltarle a su palabra, todos los días es un correr sin parar, con ella.

-Podemos retrasar el vuelo.-murmuro tendido a nuestra cama.

-No, no haremos eso.-sigue guardando sandalias de tacón alto.-Ya deben estar esperándonos.

Levanto la cabeza para mirarla.

-Nadie es tan puntual como tú.

-Deberías aprender un poco.-dice cochosa.

-A mí me gusta hacerme esperar. El gran Máximo Kuznetsov puede llegar a la hora que se le pegue la gana.

Suelta una carcajada que le hace brillar los dos faroles acero.

-Ególatra, gruñón.-arruga su nariz con fastidio.

-El que tiene plata llega cuando quiere.-continuo haciéndola enfadar.

Se queda pensativa.

-Me faltan las carteras.-mira hacia el boquín closet que tenemos en la habitación.

-No llevaremos más de cinco maletas.-le dejo claro desde ahora porque ya va cuatro, más la mia ya son cinco.

-No me molestes.-me aniquila con sus ojos encantadores.

Mete en las maletas carteras de distintos colores.

-¡Ya te dije!-hablo fuerte.

-No. Me .Importa...-hace énfasis en cada una de las palabras.

Mira dos carteras negras sin decidirse.

-¿Cuál te gusta más?-quiere saber, poniéndomelas casi en la cara.

-Las dos son iguales.

-¡Mira bien!-grita furiosa.

No la soporto.

Se las cuelga del brazo desfilando para mí.

-Que lindas tetas.-la molesto.

-¡Enfócate!-se pone roja.

Las dos son iguales, no le veo gran diferencia.

-La Balenciaga negra.-señalo la cartera.

Pone cara triste.

-Pero a mí me gusta esta.-levanta la cartera que tiene en la otra mano, a la que le cuelga una D y que es de una forma media extraña.

-¡Y para que me preguntas, si te gusta la otra!-me exaspero.

Hace un puchero con la boca.

-Era para ver si eres un imbécil o un idiota.-me saca la lengua.-Pero con seguridad estoy segura que eres lo primero.

Esta loca.

Termina de arreglar todas sus cosas y me ocupo de bajar todas las maletas que ha llenado hasta más no poder.

La sonrisa que lleva en la cara me llena por dentro, la claridad que me da cuando se muestra a ella misma sin filtros me engrandece. Y ella sabe lo que consigue en mí.

IMPERIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora