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Cada día que pasa necesito más de ti.
Al escuchar tu corazón al compás del mío,
El alma se relaja, eso es lo que haces en mí.
Caminemos juntos por esta senda, ninguno sentirá hastío.

🔥

—¿Y qué pasóoo? ¡Necesito respuestas! —gritaba Shinobu.

Apenas entramos a mi habitación y comenzó a preguntarme un sinfín de cosas. Que si Kyojuro y yo estábamos teniendo sexo o algo así en su auto, cuántas veces lo habíamos hecho o si me había desvirgado.

No contesté ninguna, qué rayos. Mi abuela podría infartarse de saber que casi me partían en dos mientras ella cocinaba.

—Shinobu, baja la voz, mi abuela podría escucharte.

—Perdón, es que es emocionante, nunca había experimentado esta incertidumbre. Por favor, dime qué pasó ahí, porfiiii.

—No, estamos en una pijamada que tú creaste en mi casa, hagamos cosas que no tengan que ver con chicos. Fue tu culpa que Kyo...

Me callé, iba a decir que fue culpa de ella que Kyojuro me propusiera verle sin camisa y pasara todo eso.
Mi rostro estaba sonrojado, lo podía sentir.

—¿Que Kyo qué? —preguntó esta vez Thabita.

—¿Ahora también tú? —chillé.

—Perdón, es que yo también quiero saber.

—¿Lo ves, ______? Thabita también quiere saber —abrazó a Thab y mostró una cara que en vez de ternura parecía que estaba estriñida —, dinos qué sucedió. O al menos dinos si satisface tus perversas fantasías.

—No Shinobu, no diré nada. Yo...

—¿Sus pectorales sí están así de grandes? ¿No es producto de unas copas o algo? —preguntó Thabita.

¡PERO SEÑORA!

—¡Thabita!

Mi sonrojo se hizo más evidente, no me esperaba eso.

—Responde, _______ —Shinobu parecía víbora abrazando a Thab.

Dios mío que mi abuela no escuche nada de esto por favor, no quiero ir a un convento. Amén.

—Sí, están así de grandes —respondí —. Sólo he visto del torso hacia arriba, pero quiero ver del torso hacia abajo.

—Golosa —soltó Shinobu.

Thabita se rió, mi cara se puso aún más roja.

—Ya no te voy a contar nada, Shinobu.

—Está bien, me calmo. Pero sigue, sigue.

—Su abdomen está marcado, es como si pudieses lavar ropa ahí y saldría tan limpia, hasta planchada. Una vez me abrazó mientras estaba mojado y estuve tan cerca de morir asfixiada entre sus pectorales, me hubiese ido feliz sin duda.

Recordé el momento, Dios. ¿Por qué no aproveché las oportunidades?

—Ay, yo también quiero que me amamanten... —exclamó con tristeza Shinobu.

Thabita volvió a reírse, el sonrojo en sus mejillas comenzaba a tomar terreno en su cara.

—No me digas que tú no quisieras eso, Thab. Se nota que también le echas ojo a un profesor.

Toda su cara hasta las orejas estaban rojas, Thabita miró con sorpresa a Shinobu, su risa se cortó.

—¿Cómo es que...? —preguntó.

¿Reencarné?  (Kyojuro Rengoku x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora