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Alegras los días más grises, disipas la tristeza.
Alma amable y sincera, eres como bálsamo que sana incluso las heridas más profundas.
Los adjetivos no son suficientes para describir tu belleza,
Ni las vidas para disfrutar el amor que de nosotros emana, cuando miro nuestras manos entrelazadas.

Los adjetivos no son suficientes para describir tu belleza,Ni las vidas para disfrutar el amor que de nosotros emana, cuando miro nuestras manos entrelazadas

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Miércoles, ombligo de semana, ya casi fin de semana, ya casi vacaciones, casi fin de año.

No tanto así pero me entienden, ¿no?

Bueno, hoy decidí arreglarme un poco, ya saben. Ser atrevida ya que veré a mi bello novio más tarde y quiero que sepa que dos podemos jugar a este juego de calentar al otro.

Era la primera vez que me pintaba los labios para ir a la escuela y mi familia lo notó.
Mi abuela me dedicó una mirada llena de picardía, mamá de "¿qué está pasando aquí?" Y mi papá de "¿a quién diablos piensas manchar con ese labial?"

—Hija, ¿por qué tan arreglada? ¿Acaso quieres sorprender a alguien? —mamá habló guiñándome un ojo.

—Ajá, ¿por qué tan arreglada? —mi papá objetó, estaba tratando de no parecer molesto, pero esa mirada lo delataba—. No tengo trabajo por hacer, así que me quedaré merodeando por tu escuela.

—Por favor, Hito. No seas aguafiestas con la niña, en menos de dos días será toda una adulta como nosotros —mi abuela suspiró, tomando mis manos para hacernos dar vueltas en nuestro lugar—. Te ves preciosa, estoy segura de que le fascinará verte así.

Mamá y papá abrieron la boca sorprendidos.

—¿De qué habla tu abuela, huroncito?

Mi abuela se mordió la lengua y me miró con ojos de "lo siento".

—De nadie, papá. Ya sabes, mi abuela suele decir muchas cosas vergonzosas para tener chisme fresco —la miré con ojos grandes y cejas fruncidas.

Ella sonrió nerviosamente y rodó los ojos.

—Ya saben, me gusta bromear sobre muchas cosas —hizo un ademán con su mano para que no le dieran importancia a lo que decía.

—Bueno, es hora de irnos.

Papá; como padre celoso y sobreprotector, me llevó hasta la escuela. Estuvo ahí hasta que me vió meterme sin cruzar palabra con ningún chico.
Dios mío, prácticamente era una casi adulta y no me dejaba de vigilar. Por suerte, Tomioka no estuvo jodiendo como siempre en la entrada, así que no me regañaría por verme con labial.
Ahora entendía otra razón del por qué no tuve novio antes.

Ni siquiera me di cuenta de que estaba haciendo un puchero mientras caminaba, estaba un poco molesta.

—Oye guapa, ¿a dónde con esa cara tan larga? ¿Y ese piquito? —Shinobu se acercó, abrazándome por el cuello—. Qué bonita te ves, ese labial hace que quiera besarte.

¿Reencarné?  (Kyojuro Rengoku x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora