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Este corazón mío que late por y para ti,
transformas en magia cada momento.
Jamás me cansaré de este camino que elegí,
el de amarte, curando todo mi tormento.

Llegamos a la casa de Kyojuro y ni bien cruzamos el umbral de la puerta, ya nos estábamos besando acaloradamente

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Llegamos a la casa de Kyojuro y ni bien cruzamos el umbral de la puerta, ya nos estábamos besando acaloradamente.
Dejamos todo en el suelo, el sonido sordo de las cosas cayendo no nos distrajo de besarnos con frenesí.

De repente, me tomó en sus brazos y me levantó del suelo. Me sostuvo gentilmente, con un brazo debajo de mis rodillas y el otro alrededor de mi espalda, coloqué los míos alrededor de su cuello para no caer.

Sentía mi corazón palpitar con fuerza mientras nos acercábamos a su habitación, observaba su rostro enrojecido, había un brillo peculiar en sus ojos que me invitaba a apreciarlos.

Me recostó sobre la cama con delicadeza para después besarme. Mis manos acunaron su rostro con ternura, no deseaba dejar de probar sus labios y al parecer él tampoco.

Cuando el aire se hizo necesario, juntamos nuestras frentes, respirando nuestro aliento. Veía su pecho subir y bajar con dificultad, tomó mis manos entre las suyas y las besó.

Ahora estábamos sentados sobre su cama, nerviosos y a la vez desesperados.

—¿Estás cómoda? —preguntó, sus ojos aún tenían ese brillo—. Dime si crees que me apresuro demasiado.

—Tranquilo, cariño —besé su mejilla, el calor de estas me daban cosquillas—. También dime si te sientes cómodo, tenemos toda la noche, no te preocupes.

Suspiró y asintió. Poco a poco volvió a acercarse para continuar nuestra batalla de besos, sus manos se colocaron sobre mis brazos, frotándose contra la tela de mi suéter, hasta descender a mi cintura y comenzar a quitarlo.
Tampoco quise quedarme atrás y desanudé su corbata, esta vez con cuidado. El rubio reía entre besos al sentir mi nerviosismo, probablemente también recordó aquella vez que casi lo asfixiaba.
Mi camisa se vió lejos de mi cuerpo; y, en cuestión de segundos, la de él también.

Miré hacia el medio de su pecho, no había nada ahí, recuerdo haber visto una marca hace tiempo. ¿Acaso fue mi imaginación?
Despejé mi mente de esos pensamientos y me concentré en acariciarlo. Mis manos traviesas que se paseaban sobre su torso desnudo, me permitían sentir lo duro de su piel que era un deleite.

Gimió cuando toqué sus pechos y eso solo avivó mi deseo. Volví a besarlo, esta vez con desesperación, necesitaba sus manos sobre mi cuerpo.

—Sigue tocando... justo ahí —me indicó entre besos, sujetando mi mano para continuar acariciando sus pectorales. El rubio temblaba bajo mis dedos.

Me acerqué a su cuello y comencé a dejar besos húmedos y algunas marcas durante el trayecto hasta su pecho. Escucharlo gemir hacía que mi entrepierna palpitara.
Dubitando un poco, acerqué mis labios hasta sus pezones; no sabía si eso le gustaría o si sentiría algo, pero cuando gimió y se retorció sintiendo mi lengua encima suyo, supe que estaba bien.

¿Reencarné?  (Kyojuro Rengoku x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora