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Parece que al fin te encuentro amado mío,
Entre versos poco a poco te diviso.
¿Qué son estos sueños? Miles de preguntas brotan como un río.
Quizás el destino así lo quiso.

Déjame acercarme, que tengo tanto amor para entregarte.

Creo que no hay mucho qué decir

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Creo que no hay mucho qué decir. Me encontraba sentada al frente del salón tratando de procesar un poco todo lo que estábamos viendo. Aunque para ser sincera no tenía la menor intención de prestarle atención al albino que nos estaba dando clases. Tomé mi lápiz y comencé a trazar líneas sin sentido que después tomaron forma de una cara. SU cara, ¡Ay, esa cara!

Maldita sea, ¿a quién se le ocurrió crear semejante semidios y dejarlo a merced de estos ojos pecadores? Su madre le puso empeño del bueno, porque semidios era una descripción corta para ese hombre, era la encarnación de la perfección.

Estar tan bueno debía ser pecado, yo sería feliz de pecar si era con él.

¡Ah! ¡Basta! ¡No otra vez!

Hace mucho que me resigné y me prometí dejarlo atrás, solo eran los sentimientos de una adolescente a la que se le alborotaban las hormonas cada que veía a su profesor de historia. Pero era algo normal, ¿no?

Digo, no es como si fuese la única que se ha enamorado de su profesor alguna vez.

Y con ese adonis veía muy dificil el no hacerlo.

"¡Tengo que prestar atención de una vez!", me dije. "Ahora sí, mi lápiz debe solo de trazar las cosas que el profesor de matemáticas nos está explicando".

Fue dificil.

Comencé a escribir, pero había letras y números que no entendía ni un poco, ¿a quién se le ocurrió que era una buena idea mezclarlos? Ya era un martirio el tener números peor el tener las letras para quién sabe qué.

Es inútil, muy inútil, terminaré obteniendo la calificación más baja y reprobaré. Mis padres me sacarán de la escuela arrepentidos de ver que no pude con la preparatoria, me alejarán de mis amigos para encerrarme en un lugar lejano donde no se sientan avergonzados olvidándome y dejándome morir. Okay demasiados pensamientos extraños en tan poco tiempo, era un récord.

Ah, sí. Suelo ser muy torpe, espero eso no te moleste, de ser así, tranquilo, luego me compongo.

Bueno, ya le di muchas vueltas al asunto así que les explicaré el por qué de mi enamoramiento hacia cierto hombre de cabellos bicolor. Estaba yo hace años caminando por la escuela buscando un salón, que quién sabe dónde estaba.
Me acerqué a uno creyendo haberlo encontrado y al preguntar "¿Es este el salón?", toda el aula estalló en risas, me sentía apenada y con ganas de llorar, sin embargo él volteó a verme, fue el único que no se burló y les pidió a los imbéciles que dejaran de reírse. Obviamente con otras palabras más bonitas. Amablemente me guió hasta el salón que estaba al inicio de la jodida escuela, justo al lado del que me metí.

¿Reencarné?  (Kyojuro Rengoku x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora