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Ante mí el firmamento se acrecenta,
Mis pupilas te siguen al caminar.
¿Hacia dónde te diriges? Sigues sin darte cuenta,
Que mi corazón por ti comienza a palpitar.

¿A qué venía esa pregunta? Mi compañera había tenido las agallas de preguntarle algo tan trivial al profesor. Pero si tantas dudas tenía sobre ello, yo podría respondérselas.

No, no debes, me regañé.

Rayos.

La cara entre confusión y escepticismo del profesor Rengoku no tenía comparación, era la mejor de todas las que había visto hasta ahora, y eso que él era bastante expresivo. Estaba enmudecido, y mi querido rubio hablaba hasta por los codos. Todos miramos impacientes para saber su respuesta.

—¿La reencarnación?, ¿a qué viene esa pregunta? —respondió anonadado el rubio.

—Sí, o sea, ¿cuál es su opinión acerca de este tema? Varias personas mayores que conozco coinciden en ello, mi abuelo me dijo que las personas antes creían fervientemente en que reencarnarían para encontrarse con sus seres queridos, puesto que antes las situaciones eran aún más difíciles —mi compañera hizo una pausa—. Y mi abuela dice que las marcas de nuestro cuerpo tienen mucho que ver en eso ya que nos muestran nuestro pasado. Pero lamentablemente no sé mucho sobre el tema, sólo esas cosas. Y quería saber si usted que conoce tanto de la historia cree en esa posibilidad o si hay algunos escritos en los que expliquen un poco del tema me gustaría leerlos.

Rengoku seguía procesando las palabras, como si descifrara algún enigma importante pero nada salía de él sólo seguía con su semblante pensativo.

El timbre de la chicharra nos hizo acomodarnos y regresar todo a su lugar para ir a la siguiente clase, la del profesor Tomioka. Cuando el silencioso maestro habló diciendo:

—Mis antepasados creían en ello y mi abuelo también me lo mencionaba, decía que algunas personas debían de expiar sus pecados y otras reencarnaban para poder cumplir con su misión asignada, así como también habían parejas que se prometían amarse en otra vida si fuese posible... —comenzó a acomodarse las mangas de su camisa—. Si realmente reencarnamos y todas las cosas que me han dicho son ciertas, me gustaría saber mi pasado. Yo tampoco conozco a nadie que sepa mucho del tema, pero algunas veces siento algo extraño cuando lo mencionan... —volteó a verme. ¡¿Volteó a verme?!

La poca interacción de nuestras miradas me hizo sudar y acelerar mi corazón, él no tenía idea de lo que con solo mirarme provocó en mí.

Apartó su mirada a la ventana, todos quedamos sorprendidos por su respuesta.

—Pueden retirarse chicos, la clase concluyó, gracias por venir y recuerden hacer sus trabajos y estudiar. Pueden dejar las katanas sobre el escritorio —tomó su maletín y una bolsa en donde metía las armas de madera.

Todos salieron del salón poco a poco, yo me detuve en el umbral de la puerta para apreciarlo, se veía confundido. Quizás, yo podría ayudarlo después de todo.
Mi apreciación se vió interrumpida gracias a que él volteó y me sonrió, ¿me quedé tanto tiempo aquí? Ya no hay nadie, ni siquiera Thabita.

—¿No tiene clase después de esta, señorita Kuizumi? —me preguntó con esa sonrisa sincera y radiante que poseía.

Parpadeé varias veces hasta que al fin pude articular palabra, me había distraído con esa sonrisa perfecta.

—Ehh, sí. Perdón por retrasarme es que me quedé pensando en lo que dijo... —diferí en hablar puesto que me prometí algo, pero yo también quería respuestas y si acercándome a él las encontraba, lo haría—, no es difícil conocer su pasado, pero debe de estar seguro de que quiere saberlo. Y de que si alguna vez hizo una promesa esta debe de ser cumplida. Profesor, no dude en pedirme ayuda —okay, eso último no debía suceder, ¿cómo carajos dije eso? ¡¿Por qué lo dije?! ¡Nuestro plan era alejarlo no acercarlo a nosotras! No le des incentivos para que se interese en ti. Me di una cachetada mental de esas que reinician el sistema. El parecía sorprendido—. C-como sea profesor, que tenga lindo día, gracias por la clase.

¿Reencarné?  (Kyojuro Rengoku x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora