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Hermosa es la brisa que recorre tus cabellos y los despeina a placer.
Embriagante es el aroma que emana de tu ser.
Apreciarte se vuelve una dulce adicción,
mentiría al decir que no amo tu atención.

La semana no fue tan complicada de terminar, en realidad no recibí ninguna otra nota ni soñé con nada más. Quién sabe si fue una broma de mal gusto, pero espero que no se vuelva a repetir.

Ahora estoy esperando en la estación Shimbashi y mientras lo hago, observo cada una de las cosas que la adornan.
Las flores, los faroles y los edificios alrededor, no son nada comparados a ese tren que se encuentra en la entrada.

Ese tren que al parecer se llevó consigo lo que más quise en mi vida anterior.

Imponente y aterrador, hacia mi estómago revolverse ante el recuerdo de esa noche entre sueños.

¿Será posible encontrar al sujeto entre tanta gente? ¿Realmente podré hacerlo?¿Qué se supone que pasará una vez aparezca?

El dolor en mi vientre comenzaba a incrementar, la noche anterior no la pasé nada bien; traté de calmarlo masajeando hasta que pasara. Y entre medio de todo eso me pregunté. ¿Hace cuánto había menstruado?

-¡Hola! -La voz de Thabita llamándome interrumpió mi pensar. Se acercaba con su vestido melocotón junto a Shinobu que optó por unos pantalones cafés y una camisa amarillo pastel. Justo los colores que Senjuro pidió.

—¿Lista para visitar a tus suegros? —dijo con picardía la pequeña Kōchō haciéndome sonrojar—. ¿Te quedarás con él en su casa?

—Creo que no, o bueno, aún no lo sé. Mi abuela no me preguntó si regresaría hoy y por el último mensaje que me envió no estará en casa esta noche.

—Entonces tendremos tiempo de sobra para divertirnos —respondió—, y creo que tu príncipe azul está en camino.

El auto de Kyojuro se estacionó frente a nosotras. El rubio salió de este y nos saludó. Observé su camisa rosa pastel que combinaba con mi vestido y sonreí.

—Dios mío —habló mi bello novio tomando mi mano para darme una vuelta—, te ves preciosa, ¿Qué digo? Divina, majestuosa.

—Harás que me derrita —dije sonrojada—, tu también te ves muy guapo, tan divino.

Besó el dorso de mi mano con suavidad; suspiré ante su tacto regalándole una sonrisa.

Me encanta este hombre.

—Bien, es hora de irnos. Por favor suban —abrió las puertas del auto para que pudiésemos entrar. Una vez ahí nos pusimos en marcha.

—¿Hay mucha gente en casa, Señor Rengoku? —preguntó Thabita.

—No hace falta tanta cordialidad fuera de la escuela, por favor díganme Kyojuro. Y hasta dónde sé hay por lo menos veinte personas en casa —respondió—. ¿No te gustan las fiestas, Thabita?

—Las interacciones sociales me agotan un poco, pero creo que esta vez puedo tolerarlo más.

—Lo entiendo, pero puedes estar tranquila, tus amigas estarán ahí y varios de mis compañeros de trabajo también. Senjuro se lleva muy bien con todos —habló sonriendo.

—¿Estará también el profesor Tomioka? —Shinobu preguntó desconcertada.

—Sí, mi hermano entrena junto a él en el dojo de mi padre —la pelinegra hizo una mueca de desagrado—; sé que no se llevan muy bien, pero Tomioka no es tan mala persona.

¿Reencarné?  (Kyojuro Rengoku x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora