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Tomaré tu mano y te guiaré en la oscuridad,
sin importar el desafío o el lugar.
Estaré para apoyarte en esa turbulenta inmensidad,
sin temor, sin dudar.

Porque he comprendido que eres tú, a quien mi corazón puede amar sin dolo.
Entreguémonos, caminemos lado a lado, hasta hacer que nuestros corazones sean uno solo.

¿Qué?

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¿Qué?

¿De Senjuro?

Mamá estaba muy tomada.

—¿Por qué crees eso? —pregunté y avancé hasta la cocina, ella me siguió detrás.

—Hace rato con el poema, me imaginé que estabas hablando de él. O podría ser el otro muchacho, ¿cómo se llama? —colocó una mano en su mentón y sudé frío creyendo que pensaba en Kyojuro—, ¿Zenitsu? ¡Sí! Ese chico.

Dejé escapar un suspiro aliviada, tomé un vaso de la alacena y comencé a servir agua, podía sentir la mirada de mi madre tratando de descubrir lo que había en mi mente.

—Oh. Creo que estás delirando, madre —bebí un poco de agua tratando de apelar a su tranquilidad.

—Es que la otra opción sería tu profesor Kyojuro, pero es imposible, es muy grande para ti.

Comencé a toser, rogaba al cielo porque mamá no sospechara nada más y se olvidara de esto.

—¡Ay, mamá! ¿Qué cosas dices? ¿Cómo vas a creer que? ¡Pfft! —moví mi mano en un ademán para no darle importancia—. El profesor Rengoku solo es mi tutor y lo considero una figura de autoridad, me ayudó mientras ustedes no estaban aquí. Pero no es para nada mi tipo.

Ajá, claro.

—Aunque me habría gustado que fueses novia de Tanjiro, es un muchacho muy lindo y amable. Tus genes y los de él harían un bebé muy bonito. Incluso con los de Senjuro o Genya, ¡sí!, ¡cualquiera de los tres es perfecto para ser mi yerno!

—¡Creo que es suficiente! ¡Vaya día! —interrumpí, miré mi muñeca como si en esta hubiese un reloj y empujé a mi madre por la espalda para salir de la cocina—. Muchas gracias por la fiesta, me divertí mucho, pero olvidemos esta plática.

Mamá balbuceaba mientras era arrastrada por su ÚNICA hija hasta las escaleras. Se volteó quedando cara a cara conmigo, arqueó una ceja y puso sus brazos a los costados. Oh no, esa pose la conocía.

Significaba peligro.

—Esta conversación no ha terminado, _______ Kuizumi —mierda, dijo mi nombre completo—. En algún momento tendrás que presentarnos a tu novio.

Subió las escaleras con tanta calma que pensé estar soñando. Me quedé estática mirando a la madera del suelo, eso sonó a una amenaza demasiado directa.

¿Reencarné?  (Kyojuro Rengoku x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora