chapter 29 | when they look at me

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—Vete, no quiero verte.

—Espera, permíteme unas palabras, mi-

—¡Aléjate, Taehyung!

Jungkook se levanta de golpe, respira pesadamente. Se recompone en la cama, pasando su mano por sus cabellos, despeinándolo y posando una mano sobre su vientre. Respira rápido y la frente perlada en sudor.

—Estás bien, estás bien —se susurra, colocando una mano sobre su pecho y da suaves palmaditas.

Solo fue un mal sueño, se repite hasta que llega a creérselo. Es la primera vez que pasa, así que siente que no debe asustarse o creer que sería real en un futuro lo que pasó.

Su vista divaga hasta el ventanal, la nieve cayendo y cubriendo todo de blanco. Los árboles cubiertos de escarcha y algunas ramas con hielo. Afuera, el frío era azotador. Diciembre lo estaba siendo.

Se levanta de la cama dispuesto a bajar para buscar algo qué comer y buscar a Taehyung.

Baja cuidadosamente las escaleras, porque sabe que si lo hace rápido puede llegar a tropezarse. Ya le había pasado y Taehyung le había dado un sermón después de atenderle preocupado por él, cosa que no quería.

Llegar a la cocina no le fue difícil, llevaba tiempo acostumbrado a ir constantemente allí. Por supuesto, las miradas que recorrían su figura eran muchas, pero él trataba de ignorarlas a pesar de que le incomodaban. Podía oír lo que pensaban, pero solo los ignoraba.

La noticia del embarazo para los empleados fue una sorpresa total. Quizás eso los tenía tan asombrados e incrédulos, por lo que no podían apartar la vista del hermoso azabache pareja de su señor.

El vientre de Jungkook, aproximadamente a las quince semanas de embarazo, era notorio. Y no porque estuviera muy grande, sino porque al azabache haber llegado delgado a esa casona, verlo con una pancita sobresaliendo y marcándose cada vez que caminaba de cierta forma era extraño.

—¿Desea algo, joven amo? —pregunta la cocinera una vez le ve dentro, Jungkook asiente, pero en vez de decirle lo que quiere, se dispone él mismo a hacerlo. Poniendo a los empleados nerviosos —U-Usted solo diga, nosotros lo haremos.

Jungkook mira de reojo a la señora, negando. Solo quería hacerse fresas con crema y chocolate, él podía hacerlo, no era ningún inútil como para que alguien más le hiciera lo que bien él podía hacer.

Saca las fresas de la nevera, bajo la atenta atención de los seis pares de ojos que están allí, las lava y toma un cuchillo para cortarlas a su gusto. Puede escuchar susurros a su espalda, tratando de ignorarlos, porque eso era cosa de todos los días. Le disgustaba, no era un secreto.

Abre cajones buscando la crema que no encuentra después de cortar las fresas. Inclina la cabeza pensando en un lugar en el que podía estar, dirigiendo sus ojos hacia la nevera, encontrando lo que buscaba sobre ella, así que extiende el brazo agarrándola, sin ser consciente de las miradas que recaen en su vientre cuando el hoodie que llevaba puesto se alza.

Jungkook coloca mucha crema por encima de las fresas, sacando el chocolate líquido y vertiéndolo por encima de la fresa y crema. Su boca se hace agua, volviendo a dejar todo donde estaba, saliendo con el plato y un tenedor entre sus manos.

E ignorando una vez más todos los pares de ojos que se fijan en él con cada zancada que da.

[...]

Taehyung se había pasado la noche anterior pendiente a negocios, le había dicho el castaño a Jungkook cuando apareció en el despacho del primero. El azabache no preguntó siquiera, pero agradecía que le contara de las cosas que hacía.

Jungkook estaba recostado en el sofá, se la pasaba así la mayoría de sus días por todo el cansancio que sentía, queriendo solo dormir; pero el azabache se negaba a hacerlo, por lo que tan solo dormitaba. Se había comido todas las fresas con crema y chocolate, lo que lo dejó feliz y satisfecho. Agradecía que había pasado la etapa en la que la mayoría de las cosas que comía las vomitaba.

Taehyung estaba sumergido en papeles que Jungkook podía leer, pero no entender. Eran negocios después de todo y al azabache no le gustaban esas cosas.

Se sienta en el sofá, hallándose incómodo en cualquier posición en que está, quejándose bajo y prestando atención a un punto del sofá.

Se siente cansado, incómodo y aburrido. Solo quiere que Taehyung le preste atención o le dé mimos, pero el castaño está tan sumergido en lo que hace. Trata de llamar su atención tirándole almohadas del sofá y figuras que están sobre la mesa que se halla frente al sofá, pero el vampiro las esquiva como reflejo.

Taehyuuuuuuung —llama Jungkook, alargando la 'u'—, préstame atención o lloro.

Taehyung despega la vista del computador y de los papeles observando a su marcado quien tiene un puchero sobre sus labios, queriendo besarlo, pero sonríe por la ternura del azabache.

—No sonrías, maldito —se queja el menor, el castaño se ríe y de improvisto recibe una almohada en la cabeza—. Tampoco te rías.

Ah, Jungkook se enojó.

El castaño suelta los papeles, levantándose del sitio y sentándose al lado de Jungkook, mirando por encima de su hombro a la calefacción porque percibe la piel del azabache fría.

—N-No ahora no te quiero conmigo, sigue en lo que hacías —se cruza de brazos y Taehyung lo hala a sí.

Recibe quejas por parte de Jungkook, pero al final este se deja abrazar. Los dedos de Taehyung corren las hebras negras de Jungkook, como si fuera costumbre ya, y le da un poquito a sus labios, para luego seguir abrazándolo.

Jungkook se siente bien, el enojo que sentía hace unos momentos drenándose de su sistema.

—¿Llevas mucho despierto?

El de cabellos negros se estremece, recordando el sueño.

—Algo así —murmura—, tenía hambre.

—Kook, tú siempre tienes hambre.

El ceño de Jungkook se frunce y aleja al vampiro.

—Uy, sí, miren quien habla.

El castaño alza una ceja para negar divertido, los cambios de humor de Jungkook eran divertidos.

—Tus empleados no me caen bien —susurra el de cabellos negros y Taehyung vuelve a alzar una ceja, para fruncir el ceño y olvidarse por completo de la diversión que tenía segundos atrás.

—¿Qué ha pasado? ¿Te hicieron algo? ¿Te hirieron? ¿Qué te dijeron?

—No es nada de eso, Tae —responde, en cuanto ve al pelicastaño querer ponerse de pie, pero lo sostiene del brazo, obligándolo a que vuelva al sofá y se sube a sus piernas, quedando sobre su regazo.

—¿Entonces?

—E-Es que me miran mucho... y raro. Me hace sentir incómodo. —suelta, recordando sobre la promesa de confiar en el otro y de no secretos.

—¿Todos lo hacen, bonito? —Jungkook asiente y se sonroja poquito— Yo resolveré eso, ¿sí, mi vida?

Jungkook vuelve a asentir y Taehyung sostiene su nuca, acariciando los cabellos suaves que caen por ahí. El cabello e Jungkook comenzaba a notarse más largo, llegándole a cubrir los ojos y se veía más hermoso de lo que ya era.

Se observan a través de sus ojos, queriendo besarse, pero mejor se aprecian. Jungkook se avergüenza, así que recuesta su cabeza sobre el hombro de Taehyung y el último se ríe leve.

Tenía pendiente una conversación con aquellos que le debían la vida.

Night lovers | taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora