Night lovers | taekook

chapter 7 | sick

Taehyung había enfermado. Esa fue la primera noticia que recibió Jungkook al despertar esa mañana.

Habían pasado tres días después de aquella charla. Jungkook y Taehyung se mantenían cerca, hablaban sobre gustos y Taehyung le contaba sobre todo esto del asunto de los vampiros. Había aprendido más bien lo necesario, como algunas habilidades que estos poseen y Taehyung también le había hablado sobre el origen de su marca en la muñeca, para ser sincero todo eso le tenía fascinado. Si bien era cierto que al inicio no aceptaba todo lo que se relacionaba con este mundo por miedo, comenzaba a aceptarlo poco a poco y no es porque fuera una obligación, mejor dicho, todo eso le causaba curiosidad.

Si algo no entendía era cómo Taehyung había enfermado, porque él era un vampiro y los vampiros no enferman, ¿cierto? O quizá pasaba algo que aún no le habían explicado.

Había tomado un baño y puesto una ropa floja y cómoda con mente de visitar al enfermo. Así que se escabulló de puerta en puerta, porque sí, sabía cuál era la habitación de Taehyung cuando hace dos días el mismo le dio un tour por toda la casa que más bien era una mansión para Jungkook que nunca había vivido en un lugar tan grande y con tantos lujos.

La casa era preciosa, sí, pero la opinión de Jungkook decía que había demasiado blanco, plata y arreglos florales en cada sitio. Las paredes estaban todas pintadas de blanco, escaseaban los muebles en los pasillos y las habitaciones eran muy oscuras, pero era bonito en el sentido de que todo se veía simple y a Jungkook le gustaba.

Cuando por fin estaba llegando a la habitación del castaño, escuchó voces y trató de escabullirse aún más. No lo malinterpreten, él no era ningún chismoso por así decirlo, pero todo ese asunto sobre Taehyung enfermando lo tenía disgustado. ¿Cómo era posible un vampiro enfermo?

—No quiere tomar nada —escucha que dice un hombre—, si el señor Kim sigue así su cuerpo va a descomponerse, señor Min.

Al parecer eran dos hombres que estaban dialogando, puesto a que solamente se podían apreciar dos voces: la primera y la que habló a continuación.

—El niño solo tiene cuatro días aquí, me sorprende que Taehyung hubiese tenido un aguante profundo con nuestra naturaleza —comenta la otra voz, el señor Min quizá. La voz suena joven.

Y aunque Jungkook quiera seguir escuchando sobre lo que ambos hombres están hablando, una mano lo saca de su escondite. Aprecia a un peliblanco que lo hala suavemente por el brazo y se sobresalta.

—¡Lo siento! —es lo primero que se le ocurre decir por haber escuchado aquella conversación ajena.

—¿Eres Jungkook? —pregunta el peliblanco y el azabache asiente— Soy Min Yoongi, un amigo de Taehyung.

Sintiéndose incómodo se suelta del agarre de Yoongi que lo observa inmutable, se remueve en su sitio y señala con su dedo la habitación de Taehyung.

—Yo v-vine a ver a Taehyung, si me disculpan —trata de irse, pero es detenido en el acto.

—Espera —le dice el otro hombre, del que no había sido consciente hasta ahora.

Jungkook lo mira, aun sintiéndose incómodo. Y no lo culpen, Jungkook no era una persona que se caracterizaba por ser sociable.

—E-El señor Kim no puede recibir visitas, él- —una mano corta la oración siguiente, la mano de Yoongi.

—Adelante, entra —le indica.

Y Jungkook, confundido entra a la habitación. Sin ser consciente de que había entrado a la boca del lobo.

➰➰➰

—¿Por qué lo dejó entrar, señor Min? —preguntó el hombre.

Min Yoongi, alto de 174 centímetros, peliblanco, vampiro y uno de los mejores amigos de Taehyung, observa al hombre frente a él para luego dirigir su vista hacia la puerta.

—Porque la sangre de ese chico es la única que tu señor puede tomar a partir de ahora, Jae.

Jae —el hombre que no quería permitir la entrada de Jungkook— sopesó la respuesta del peliblanco, asintiendo despacio.

—Creo que no deberíamos estar aquí —dice Yoongi y comienza a retirarse con un Jae pensativo siguiéndole a sus espaldas.

Era cuestión de tiempo para que el apetito de Taehyung exigiera una única sangre.

Tic... tac, el tiempo corre y casi acaba.
El reloj de arena comienza a correr a partir de aquí.