twenty-two

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Miércoles 21 de diciembre
Buenos Aires, Argentina

Agostina ;;

Me desperté, muy a mi pesar, por culpa de la luz del sol que me pegaba derecho en la cara. Eso me pasa por no cerrar la cortina antes de dormir.

Miré la hora y me di cuenta de que la alarma no me había servido de nada. Eran las 11 de la mañana y yo recién abría los ojos.

Leandro seguía dormido encima mío con su brazo manteniéndome cerca.

— "Lean." — Dije mientras lo movía despacito, tratando de despertarlo. — "Leandro, ya son las 11 de la mañana."

Se estiró todo antes de abrir los ojos, mirándome con cara de no saber ni qué año era.

— "Me duele la cabeza." — Murmuró mientras se sentaba en la cama. Y si.

— "Vamos a desayunar y te tomas algo para el dolor." — Propuse. Él aceptó, acercándose a darme un beso cortito y susurrar un "Buenos días."

Quince minutos después estábamos los dos en la cocina, buscando algo para nuestro desayuno, aunque ya fuera bastante tarde para eso. No había llegado hace mucho y no había tenido las ganas para salir a comprar, por ende no había casi nada. De pura suerte tenía ibuprofeno para Leandro.

— "¿Te jodí mucho anoche?" — Preguntó mientras revisaba una alacena.

— "No, estabas tranqui. Te pusiste muy cariñoso." — Respondí con sinceridad, sirviendo el café que recién había hecho. — "Eso sí, casi te largaste a llorar cuando te dije boludo."

Yo me reí pero Leandro me miraba como diciendo: "No podes estar hablando enserio."

— "Por favor, que vergüenza." — Siguió revisando todos los cajones, yendo de allá para acá en busca de, mínimamente, unas galletitas.

Cada vez que pasaba por atrás o al lado mío, hacía que su mano roce con mi brazo o espalda baja. Se estaba haciendo el re boludo.

Estando parado atrás mío me empujó levemente de la cadera hacia adelante, dejándome encerrada contra la mesada mientras que chusmeaba los cajones de arriba.

Alejé un poco las tazas y lo miré por encima de mi hombro. Tenía sonrisa de inocente, sabiendo que lo había agarrado justito. Por lo menos disimula un poco más, ¿no?

— "Lo tuyo no es ser discreto, no sé si sabías." — Apoyó las dos manos en mi cadera, sin cambiar la cara.

— "¿Como te diste cuenta?" — Me movió el pelo para un costado para así poder susurrarme en el oído. Ay, la voz, por favor.

— "Porque me acabas de pasar la mano por todo el culo, pelotudo." — Él rió, sin tener con que más atajarse.

De un momento al otro yo ya me había dado vuelta, quedando frente a él. No me sacaba los ojos de encima, tenían una intensidad que no podía ni siquiera empezar a describir.
Se acercó hasta quedar a milímetros de mis labios, cerrando después la poca distancia con un beso dulce y lento, distinto a lo que esperaba pero mucho mejor. Bajó sus besos a mi cuello, dejando más de uno sobre la piel de esa zona pero sin dejar marca alguna antes de volver a subir a mi boca.

ACCIDENTALLY IN LOVE ;; leandro paredesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora