forty

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Martes 10 de septiembre de 2024
Paris, Francia

Agostina ;;

Era fácil reconocer quien estaba manejando Spotify cuando entrabas a la casa que ahora compartíamos, la cual habíamos comprado el año anterior después de nuestro aniversario.

En la mayoría de situaciones, si era Leandro tendría puesta alguna playlist con cumbia y si era yo, solía poner alguna más pop.

En ese caso, apenas abrí la puerta se podía escuchar "La Cabaña" de La K'onga y las risitas de Noa, que seguramente eran causadas por alguna boludez que Leandro estuviera haciendo. Era una bebé muy risueña y él vivía haciendo pavadas para escucharla reír.

Él no parecía haberme escuchado al estar en otra habitación entonces sin hacer mucho ruido, quise ir a ver la escena para no interrumpir el momento padre e hija, sin embargo, terminé pegando un grito cuando sentí como una bola de pelos me saltó por detrás de mis piernas.

Bajé la mirada y me encontré con un perrito de tamaño muy pequeño que no paraba de saltar para que le hiciera upa.

— "Leandro Daniel Paredes, ¿Qué es esto?" — Le pregunté apenas cruzó la puerta que daba a donde yo estaba parada con el cachorrito en manos. Era muy tierno, no podía mentir.

Él había salido rápido hacia living cuando me escuchó gritar. Tenía a Noa en brazos que puso la misma cara de confundida que él, esa misma que Leandro después cambió para hacerme ojitos cuando vio que lo estaba "retando".

— "Un perrito." — Respondió con obviedad haciéndose el re boludo, haciéndole cosquillas a Noa que estiraba sus manitos hacia el animal.

— "No me digas." — Respondí con ironía, sin sacarle la vista de encima mientras trataba de alejar mi pelo de la mopa color marrón que trataba de llevárselo a su boca. — "Me gustaría saber de dónde salió, pedazo de vivo."

— "Me empezó a seguir cuando salí a la plaza con Noa, me dio lástima dejarla solita cuando volvíamos porque es re cariñosa." — Ya conociendo lo que yo preguntaría, continuó hablando. — "Ya la revisó un veterinario y le puso las primeras vacunas, me dijo que está completamente bien de salud."

— "Todo eso en..." — Miré el reloj de pared para calcular el tiempo. — "Cuatro horas que estuve fuera de casa."

— "Noa no se quería separar del perrito y me daba cosa dejarla."

— "¿Noa sola?" — Pregunté con una sonrisa de lado, recordando que Leandro siempre quiso adoptar un perro.

— "Bueno, yo tampoco..." — Aceptó sin dificultad. — "¿Nos la podemos quedar?"

Parecía chiste, pero tenia a los tres mirándome. Leandro seguía haciéndome ojitos, Noa que me hacia puchero y ojitos igual que su padre — dios, era una copia de Leandro — porque había quedado muy lejos para agarrar al perrito, y el firulais que me miraba como si supiera que hablábamos de ella.

En ese momento me di cuenta de que hasta el perro era capaz de convencerme con sus ojitos brillosos, porque ya era sabido que mi pareja e hija siempre se salían con la suya cuando me miraban con esos ojazos azul claro que los caracterizaban.

Suspiré y sacudí la cabeza a un lado antes de dejar un beso en la cabeza del cachorrito, volviendo a dejarla sobre el piso para que, momentos después, empezara a correr por todos lados.

— "Bueno, amor." — Leandro levantó la manito de Noa para chocarse los cinco a si mismo, celebrando. Igualmente, yo pensaba decir que si en el momento que apareció la perrita en la puerta. — "¿Le pusiste nombre ya?"

ACCIDENTALLY IN LOVE ;; leandro paredesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora