twenty-seven ( real )

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Lunes 2 de enero
2023

Leandro ;;

Agos odiaba subirse a aviones. Siempre lo hizo. Si tuviera que elegir entre manejar cuarenta horas o tomar un vuelo de dos, ambos yendo al mismo lugar, estoy seguro de que no dudaría ni por un segundo en elegir la primera opción.

Estábamos yendo a Italia. Ella se iba a quedar unas semanas conmigo y después se iría a Madrid por casi tres semanas para reunirse con Camila que vivía allí, lo cual ya habían planeado meses atrás.

— "Gorda, ¿Segura que estas bien? — Pregunté después de haber observado su comportamiento por unos minutos. No paraba de mover los pies aunque estuviera sentada y en mas de una ocasión la había visto morderse los labios, mas si atravesábamos alguna zona donde había turbulencia. Realmente la pasaba mal.

— "La estoy pasando joya, no te preocupes." — Intentó decir con un tono seguro que sonó mas bien tembloroso, levantando el pulgar y haciendo una cara que en cualquier otro momento me habría dado gracia.

Dejé el ipad a un costado mío, levantándome para ir hacia donde Agostina estaba sentada y acomodarme en la butaca que estaba al lado suyo.

Levanté el apoyabrazos que separaba los dos sillones y toque su brazo despacito antes de acercarme más a ella. Tenía los ojos cerrados y sus auriculares puestos, por ende yo hice eso para no aparecer de la nada y asustarla.

— "No me gustan los aviones." — Suspiró con pesadez, abriendo los ojos para poder mirarme.

— "Ya sé, pero no va a pasar nada." — Aseguré. — "No falta tanto para llegar."

— "Faltan siete horas." — Retrucó a forma de queja mientras que se removía en el asiento para después terminar recostándose sobre mi hombro.

— "Seis horas y media, según el piloto." — Me miró de costado con su mejor cara de culo, que también pudo haber sido una cara de "no me jodas".

Negué en silencio y empecé a jugar con su pelo, separándolo en mechones con cuidado de no hacer nudos porque si lo hacia, Agostina era capaz de matarme.

— "¿Que haces?" — Preguntó con los ojos cerrados nuevamente.

— "Una trenza." — Si es que se le podía decir trenza a lo que estaba haciendo. Lo hacía más por jugar con su pelo que por intentar hacer un peinado.

— "Ay Lean, la ultima vez que hiciste eso me tuve que cortar el mechón entero." — No fue una queja, sino un recordatorio para que no haga cagada de vuelta. De todas formas no se movió, y de vez en cuando esbozaba una sonrisita cuando pasaba mi mano por su pelo.

— "Que mala onda."

— "Y bueno, por algo no sos estilista." — Rió y aunque me estuviera jodiendo, yo me quedé embobado viéndola. Los ojos, la sonrisa... es hermosa. La veo y no puedo evitar pensar que algún día quiero casarme con ella, por mas apurado que suene.

[...]

Ya habíamos llegado a llegado a Turín hace casi una hora. Eran, si no me equivoco, las cuatro de la tarde.

Apenas el avión tocó el suelo y nos bajamos, Agostina casi se largó a llorar de la felicidad. No aguantaba más estar ahí adentro.

Tal como le había prometido antes de salir de Buenos Aires, antes de ir a mi casa y acomodarnos, la llevaría a recorrer el "centro" de la ciudad.

Caminamos por una cantidad de calles que ya ni recuerdo, y la cara de felicidad en el rostro Agostina era algo que para mi no tenía precio. Si bien era yo el que nos iba guiando por las calles, de vez en cuando tomábamos la ruta que a ella le llamaba más la atención, frenando varias veces para que ella pudiera sacar fotos ya sea del lugar o nosotros.

ACCIDENTALLY IN LOVE ;; leandro paredesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora