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– ¿Qué está haciendo ese idiota ahí? –louis miraba a Zayn quien miraba la escena.
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– ¿Qué está ocurriendo?.
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– El pendejo de Alec está dentro de la subasta.
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– ¿Qué? ¡Cómo!.
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Mire a Alec quien había alzado la mano, traté de no ponerme nerviosa, pero definitivamente estaba enfadada,
¿Cómo era posible que él estuviera ahí?, Esto era peligroso, él no tenía ninguna idea que estaba dentro de la boca del lobo.

– ¡Docientos! –la voz ronca y el acento Británico marcado me hizo detenerme al instante, Harry apretaba el botón con fuerza.

– ¡Docientos treinta! –miraba a alec quien sonreía mientras Harry apretaba los puños.

– ¡Docientos cincuenta! –dijo Alex por último mientras su botón se encendía.

– Docientos cincuenta... Docientos cincuenta a la una...a las dos...–fui interrumpida nuevamente.

– ¡Docientos setenta!... –Harry volvía a apretar el botón.

–Doscientos setenta se... Doscientos setenta –pero antes de terminar, otra voz que no reconocía me interrumpió al instante.

– ¡Trecientos! –uno de los hombres cercanos a Harry se levantaba apretando el botón, un hombre robusto y canoso.

– Trecientos...Trecientos a la una...a las dos...y...–nadie más ofreció nada– ¡vendido!.

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– Alguien por favor podría comunicarse...quiero ir al baño.
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– Ya están retirando el último cuadro, ahora falta el que ella a recreado.
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– Mierda estoy nervioso.
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Un par de hombres traían en sus manos el caballete que sostenía el cuadro que yo había copiado, estaba nerviosa, este era el último, solo esperaba que fuera del agrado de los demás, eran expertos en esto y la verdad es que llevaba mucho tiempo sin hacer esto, pero confiaba en mí, tenía que hacerlo.

– Esta obra es...muy especial, se trata de Los jugadores de cartas obra del pintor Paul Cézanne, a primera vista no es tan llamativa cómo otras de sus obras pero este lienzo es el preludio de uno de los grandes movimientos artísticos del siglo XX: las vanguardias, así que... Empezaremos con Trecientos.... –estaba sudando, hubo un silencio, los segundos eran grandes cuando la primera campanita sonó debido al botón apretado.

– !Trecientos noventa! –un hombre apretaba con fuerza el botón.

– Bien...Trecientos noventa a la una...a las dos... .

– ¡450! –el botón de alguien volvía a sonar era una mujer, la primera mujer que hablaba en toda la subaste después de mi.

– Trecientos noventa a la una...a las dos...a las...–uno de los botones sonó de nuevo, todos miraron hacia aquel hombre, estaba a unos cuantos asientos de él, un hombre barbon con peinado hacia atrás, se levantó, todos miraban su forma arrogante, acomodó su saco abotonandolo mientras sonreía mientras todos esperaban su respuesta.

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– Esto va a ser muy fácil... más de lo que creía yo –louis le susurraba al moreno que se encontraba a su lado viendo la escena.

– No cantes victoria...aún falta que su evaluador lo apruebe –acariciaba su barbilla con nerviosismo.

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– Quinientos... setenta –todos empezaron a murmurar cosas inaudibles.

– ¡Vendido! – ni si quiera tenía caso de ofrecer más, como era posible que esté hombre ofreciera cierta cantidad, la verdad aunque fuera una copia y solo pocos supieran, no serían lo suficientemente tontos como para saber que el cuadro no valía está cantidad, al menos la gente inexperta y sin amor al arte lo entendería, este hombre debería ser un gran aficionado al arte, el telón de cerro de golpe, el evento había terminado, no hubo un cierre triunfal y es que en este caso no era tan legal, digamos que frente a las personas fuera del museo era algo normal, gente que lo veia cómo cualquier tipo de evento social de alta alcurnia, pero en realidad, ocurrían otras cosas.

Mafia Y Pecado |H.S| (Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora