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Se detuvo en la puerta, en el pasillo se encontraban todos reunidos, al escuchar sus pasos voltearon a verla, Louis salía de esa habitación llorando en silencio, Niall lo abrazó fuertemente, Liam salió después junto con la enfermera, ella seguía parada viendo la escena, el ruido se volvió hueco otra vez, sintió una mano en su hombro, era Meg.

Camino a pasos rápidos hacia la habitación, entró, la puerta se cerró, frente a ella, estaba él, acostado en su cama con tanta tranquilidad, el monitor aún daba señales de vida, alguien más as entro a la habitación era Liam quien se acercó.

– El oxígeno lo mantiene con vida, puede que te escuche todavía, te dejaré unos minutos, por qué...tendremos que desconectarlo.

La puerta volvió a cerrarse, el salía dejándola sola, camino hacia la cama y se colocó a su lado inclinándose para depositarle un beso en la mejilla, tenía semanas de no verlo pero bastaron para dejarlo casi en los huesos, no tardó en derramar lágrimas mientras acariciaba su mejilla derecha.

– Te amo papá.

...

Sostenían sus paraguas, vestían de blanco y negro, ella llevaba un vestido de manta beige, en su cuello colgaba el dije que Jacob le había regalado en su cumpleaños 18, en cuclillas ayudaba a derrabar la tierra que sería utilizada para tapar la pequeña fosa, era un funeral tranquilo, inesperado, aunque estaban consientes que él ya estaba descansando, ella no creía mucho en la religión, pero la mantenía tranquila el pensar que él estaría en un lugar mejor, no había dejado de llorar desde que entró a ese hospital, Meg le ayudo a levantarse, ella camino hasta el podio de madera, había escrito algo para él, las pocas personas que los acompañaban dirigieron su vista a ella, quien sostenía el papel con las manos mojadas, Meg sostenía el paraguas con fuerza.

– Eh...–suspiro hondo tratando de no marearse al ver a la gente presente– Yo escribí algo...para Jacob –miro al ruloso que se encontraba hasta atrás viendo la escena, Liam, Louis y Niall no tardaron en
notarlo– Yo conocí a Jacob cuándo entre a la universidad de Chicago, era un gran amigo de mi madre, así que...escribí algo para él –miro el papel en sus manos, estaba temblando, pero tenía que ser fuerte.

– Tu puedes –Meg le susurraba por lo bajo mientras con su otra mano le tomaba de la espalda.

"El lienzo color azul cielo fue una de las primeras obras que ví al entrar a tu estudio, habían dos mariposas en el centro, tú te acercaste a mi preguntándome por que llevaba casi media hora viendo el cuadro...¿Por qué has dibujado dos ángeles? Fue lo primero que dije al sentir tu presencia a mi lado, pero lo único que hiciste fue reírte, me acercaste una copa de vino, creo que fue tu culpa que haya tomado un gusto por el vino desde tan temprana edad, tenía tan solo 17. ¿Recuerdas mi primer día?, entré y por descuido regué aquel bote de pintura de aceite sobre el suelo, tu reíste pero yo lloré después del castigo, la última vez que visite la universidad pasé por ahí, aún estaba la mancha negra sobre la madera, convirtieron tu aula de clases en una galería de esculturas de madera, yo me encargue que fuera así, sabía que siempre habías querido dedicarte a ese tipo de arte, aunque tú fuerte siempre fueron las pinturas..." tragó duro antes de continuar se estaba comiendo sus propias lágrimas, dirigió su vista unos segundos ante los presentes, volvió su vista a la carta, recuerdos, recuerdos felices comenzaron a pasar por su mente, él estaba ahí, ella lo podía sentir, suspiro hondo para continuar con su lectura "No...no soy buena con las despedidas, creo que te has dado cuenta por qué estoy hablando como si tú...como si tú todavía estuvieras aquí presente, la verdad es que no sé si es por herencia la locura pero de cierta manera estoy agradecida por qué se que siempre vas a estar aquí...conmigo y con todos los que te siguen amando después de tu partida...vas a tener que perdonarme si a partir de ahora déjate de leer esto como si estuvieras aquí en frente a mi, esto...esto ahora es para las personas que ahora nos acompañan" alzó la mirada, todos estaban llorando en silencio, ninguno dejaba de verla a los ojos, tomo una bocada de aire y continúo– Lo que sigue de esta carta solo será visible para mí...algún día tal vez me atreva a terminar de leerla, pero tendrán que disculparme por qué para ese momento estaré yo sola...–pauso un segundo– Jacob Pettit fue...es...el hombre que me cuidó cuanto pudo, es el hombre que me enseñó muchas cosas, creo que gracias a él y a otras personas sigo aquí, no tengo palabras suficientes para agradecerles por estar aquí con él, él sabía que todos ustedes lo amaban y justo ahora están aquí por qué en vida lo amaron y creo que él se fue de aquí sabiendo eso, gracias por estar aquí.

Mafia Y Pecado |H.S| (Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora