02

16.5K 460 33
                                    

        

Cerré la laptop, los gritos del hombre se escuchaban por toda la residencia, otra vez estaba peleando. Otra vez él estaba discutiendo con Meg y seguramente no terminaría bien.

Me levanté de la silla y camine hasta la puerta de mi habitación, me asome escuchando los gritos de Meg reclamándole otra infidelidad, este hombre nunca cambiaría, sin embargo ella estaba ahí, por el maldito dinero.

¿Qué tenía el dinero que enfermaba a todo el mundo?.

Él le gritaba de vuelta, escuchaba sus pasos por todas las escaleras y los pasillos, del cuarto de huéspedes salía la mucama de prisa e miraba con una cara de susto, sabía lo que significaba, Simón iba a empezar a desquitarse con cualquier ser viviente en esta casa.

Me encerré de inmediato tratando de ignorar aquello, empecé a buscar mi reproductor de música, definitivamente no quería escuchar los gritos de Meg y Simón.

Estaba lo colocarme los audífonos hasta que escuche el sonido de algo caer brutalmente al suelo, el grito de Meg me hizo quedarme helada unos segundos, mierda iba a matarla, salí de mi habitación y comencé a caminar por los pasillos de la planta alta hasta llegar a la habitación principal, corrí hasta ahí y abrí la puerta que ya se encontraba entre abierta dando vista a meg sobre el suelo sangrando de la mejilla.

- ¡Suéltala! –grite mientras tomaba a Simón del saco, de un empujón me tiró al suelo, los guardaespaldas me sacaban de la habitación.

Comencé a patalear, el hombre que me había procreado estaba golpeando a su esposa, lo odiaba tanto. Me soltaron en mi habitación y cerraron con llave, desde mi alcoba se escuchaban los gritos de ambos, y las cosas que caían al suelo por su puesto.

Me quedé aún lado de la cama abrazada a mis rodillas. El magnate Simón Cromwell estaba golpeando a su esposa a unas cuantas habitaciones. Tapé mis orejas con fuerza mientras trata de recordar alguna u otra cosa, estaba indefensa, me dolía el cuerpo y relativamente todo, estaba desesperada y con muchas ganas de vomitar, pero ¿Cómo llamaría a la policía? Si estaban de su maldito lado.

Me levanté lo más rápido que pude, tenía que salir de ahí, cogí de mi armario algunos vestidos y elegí el primero que vi, el grito del hombre hizo que diera un salto volteando a ver hacia la puerta de mi habitación, comencé a llorar nuevamente, con desesperación comencé a quitarme mi ropa para colocarme el vestido.

...

Las luces del Pub me cegaban con el paso del tiempo, mi mano sostenía una bebida, la verdad es que ya no podía identificar si era ron, wisky o tequila, pero joder sabía malditamente bueno, le di otro trago mientras caminaba hacia la barra, tenía que pedir más, poco a poco los gritos de Megan se iban desapareciendo de mi mente, mire al chico que me entregaba otra ronda, me sonreía demasiado divertido.

– Que te divierte imbécil – su risa se esfumó de inmediato.

– ¿____? – la dulce voz de alguien hizo girarme sobre mi lugar, frente a mi estaba Alice, una chica de mi grupo de arte, hija de la que es la casi mano derecha de mi padre, estaba mirándome con una sonrisa y algo confundida.

– Alice...– dije tratando de sostenerme del banco.

– Dios estás...muy ebria –ahora tenía un tono preocupado, se acercó a mi dejando aún lado su bebida– ¿Necesitas que te lleve a casa?.

– ¿Casa?...Alice...– la tome de las mejillas, ella me miraba atenta– Es el maldito infierno, ¿qué no me ves?.

Estaba llorando sobre su hombro ahora, ella le daba un fuerte trago a su bebida, tratando de asimilar cada palabra salida de mi boca, ¿Cómo podía digerir que el mejor amigo de su madre había estado golpeando a su mujer?.

– Es que tu papá siempre fue tan...amable, se vió siempre como un buen padre y esposo... .

– ¿Amable... ese ...señor?–solte una risita–¿Qué no entiendes? Abusa de todo mundo con el dinero que posee– me pare con fuerza tomando de mi vaso, le di el último sorbo–Alice...tengo que irme... Necesito respirar aire.

– No...deja que te lleve a casa.

Me tomó fuerte del brazo, la verdad no sé que tanto había bebido ella pero algo si era visible, de las dos yo era la menos cuerda.

Cuando llegamos a su auto pronto me trepó en la parte tracera, trataba de colocarme el cinturón de seguridad.

– Por favor duerme en lo que llegamos si?– no si quiera pude contestarle aquello.

Las luces de Chicago me cegaban cada vez más, el auto estaba en marcha por la ciudad, faltaban al menos 30 min para llegar a mi casa, ella conducía a una velocidad algo estable, casi no había tráfico por la ruta que había tomado, miraba desde la ventana se apreciaba el lago, amaba Chicago, sus inmensos edificios, sus museos, museos que compartía con mi madre antes de que ella falleciera.

– _____ ¿Todo bien? – preguntaba Alice, se que estaba llorando, y su tono preocupado me lo confirmaba, y es que yo también lo hacía, extrañaba mi vida de antes, cuando mamá estaba, cuando hacíamos compras juntas, cuando él no existía por irse varios meses a sus viajes de negocios, solo éramos mamá y yo, siempre ella y yo.




...

El sonido de un buen golpe. El grito de Alice y mi cabeza chocar con fuerzas con el cristal. Habíamos chocado.













Mafia Y Pecado |H.S| (Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora