Pasado
Era el cumpleaños de Camila. El día inició con una tempestad inesperada en la madrugada, una tormenta como pocas veces en los últimos meses se vivió en la ciudad. La lluvia caía sin parar desde la una de la madrugada. Hubo truenos, granizo y vientos fuertes hasta las tres de la tarde. Lauren se preocupó por la seguridad de las plantas que yacían en la azotea. Supo que cuando la tormenta terminara, gran parte de su pequeño cultivo se vería seriamente afectado por la lluvia. No se equivocó. Ninguna de sus plantas sobrevivió al terrible acontecimiento.
Cuando la tormenta terminó, subió a la azotea. La tierra era pantano y las hojas de las plantas estaban picadas como si alguien lo hubiera hecho a propósito. Lauren secó sus lágrimas y trató de no culparse por no protegerlas. A las cinco terminó de limpiar el desastre y a las seis se tiró sobre el sofá a lamentarse con su ropa sucia y su cuerpo sudado.
Por la fuerte tormenta, la electricidad fue afectada durante gran parte del día. Lauren prefirió no usar su teléfono para evitar el gasto de la batería. Lauren no tenía ni la menor idea de qué día era, tan solo para ella era el día en que la mitad de sus plantas murieron por una tormenta repentina. A eso de las siete miró su teléfono y vio una foto de Camila junto a un pastel con sus padres. Sintió como el día que parecía no empeorar, empeoraba vertiginosamente. Se puso en pie de un gran salto y puso sus manos sobre su cabeza. Creyó que lo había arruinado todo.
Lauren era una mujer de ideas rápidas y recursivas. Corrió a su armario, cambió los trapos que estaba usando, se puso mucho perfume y pasó un peine apresurada por sus cabellos. Tomó un puñado de dinero junto con sus llaves, fue la pastelería más cercana y compró un pastel. Era rosado y tenía una princesa mal dibujada en él. Era feo pero era el único que tenían disponible. Fue a una joyería y compró dos pendientes de plata, eran hermosos por lo menos y, para su suerte, justo junto a la joyería había un hombre vendiendo flores. Compró las más grandes y coloridas que quedaban. Estaba sudando y respiraba rápido. Había hecho todo eso en menos de veinte minutos.
Estaba lista para llamar a Camila.
—Hola Cami —dijo cuando escuchó la voz de Camila del otro lado de la línea. Habló tranquila como si no quisiera morirse—. ¡Feliz Cumpleaños!
—Lauren hola —dijo Camila sonriendo—. Muchas gracias.
—¿Estas libre? Dime que si, por favor. Tengo algo preparado para ti —dijo Lauren inventando algo sobre la marcha—. Verás, con la tormenta perdí el fluido eléctrico y apenas pude comunicarme contigo.
—Eres tan especial —dijo Camila con ilusión—. Claro que estoy libre.
—Perfecto, te enviaré la dirección.
Así hizo. La citó en un restaurante de la ciudad. Era uno de comida oriental. Era pequeño y acogedor. Era nuevo y no era muy concurrido. Ahí llegó Lauren de primera y puso el pastel, las flores y la cajita dorada con los pendientes. Una de las meseras se acercó a Lauren y le preguntó cuál era la ocasión y ella contestó que era un cumpleaños. La mesera le ofreció unos globos que habían sobrado de la inauguración del restaurante. Lauren, ni corta ni perezosa los aceptó. La mesera y Lauren inflaron los globos y los pusieron en la mesa. Eran del mismo color del pastel y las flores.
—¿Cuántos años cumple la niña? —preguntó la mesera al ver la decoración lista sobre la mesa y el pastel de princesa.
—Bueno, resulta que la niña es mayor que yo —dijo Lauren riendo al ver que era algo infantil lo que había planeado.
—Lo lamento —dijo avergonzada la mesera.
—No te preocupes, fue lo mejor que pude hacer en menos de una hora —dijo Lauren—. Olvidé el cumpleaños de mi novia y esta fue la mejor idea que se me pudo ocurrir.
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La Levedad de la Memoria | Camren
FanfictionPiensa por un momento que te enamoras de tu amiga más cercana, ¿eso suena algo muy normal? Ahora imagina que durante años tratas encarecidamente de conquistar su corazón y, como si fuera un milagro, lo logras. Sin embargo, para tu pésima suerte, tu...