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Estaba frustrada. Camila nunca había sentido una frustración tan intensa como la que estaba experimentando debido a Lauren y Vivaldi. Ni siquiera con su exnovio, ni cuando él la llevó a tomar decisiones tan extremas. Sabía que esos pensamientos no eran sanos para ella. Sin embargo, le era imposible ignorar esas ideas. Por un momento, pensó que todo lo que había hecho había sido en vano. Se culpaba por no ser suficiente para ser recordada.

Entonces pensó que sería mejor dejarlo todo y seguir con su vida. Todo sería tan sencillo si pudiera borrar sus sentimientos por ella. Deseaba olvidarlos, que su amor fuera tan leve como la memoria de su amada. No obstante, no era así. La amaba y siempre la amaría. Eso era lo único que tenía claro. Ella la amaba y era lo único de lo que podía dar fe.

Camila, durante esos días, pensó más de la cuenta. Sus pensamientos no descansaban ni siquiera cuando se iba a la cama. El insomnio se volvió su mejor aliado para sobrepensar. En las noches, ella creaba diferentes escenarios donde Lauren tenía una nueva pareja y ella se quedaba junto a ella siendo la amiga incondicional. ¿Podía haber algo más decepcionante que ver al amor alejarse tan sutilmente que ni tiempo de despedirse daba? Camila sentía tanta rabia porque no era suficiente. ¿Qué estaba mal con ella? No lo entendía. Quizás no era digna de ser recordada o quizás tampoco querían recordarla.

Entonces, tuvo celos. Celos de que ella saliera a la calle y se enamorara. Celos de los estúpidos que creían tener una oportunidad con ella y trataran de coquetearle. Celos de ella mirando a cualquier persona y quisiera enamorarle. Celos de Vivaldi porque había sido ella quien fue recordada. Celos que la hacían sentir enferma en sus noches de fría soledad.

Luego sintió una tristeza profunda por el vacío en su corazón. Tristeza por ser tan infeliz por una persona que ni siquiera la recordaba. Tristeza por no ser suficiente para la persona que tanto amaba. Quizás esa iba a ser su vida siempre, estar condenada a no ser lo suficientemente buena para alguien.

Suspiraba en las noches mientras pasaban los segundos, los minutos y las horas, tan lentos y sufribles como los sentimientos que llevaba dentro. Ella solo se quedaba boca arriba, mirando la oscuridad, pensando y odiándose por pensar.

Durante esas dos semanas, Camila fue a la casa de Lauren muy pocas veces. Sus visitas eran cortas y escasas. Durante esos días, evitaba ir cuando estaba Vanessa Vivaldi, ya que no quería verlas a las dos riendo con esa complicidad que ella no tenía con Lauren.

Vivaldi, por su parte, iba dos o tres veces por semana a leer con Lauren y a ayudarle con sus tareas. Cuando la madre volvió a ver a Vivaldi, se alegró. Ambas mujeres se pusieron al día como si fueran viejas amigas. Vivaldi le contó todo lo que le había pasado durante esos meses y también le explicó sus proyectos para el futuro. La madre de Lauren estuvo feliz al saber que su hija la recordaba con facilidad. La madre y Paula, durante esos días, iban notando la paulatina ausencia de Camila.

—¿Qué dices si hoy salimos a dar un paseo después de nuestra tarea de lectura? — Cada vez las salidas de Lauren y Vivaldi eran más frecuentes. Vivaldi solía llevarla a esas librerías que tanto le encantaban a Lauren. También la llevaba a esos restaurantes que Lauren solía frecuentar tiempo atrás.

—Claro que sí —Lauren siempre aceptaba esas propuestas.

Por parte de Lauren había confusión. Ella echaba de menos la presencia de Camila en su cama, en su cocina, en su casa, en su vida. Era como si no pudiera tener a ambas mujeres en su morada al mismo tiempo. Ella amaría tenerlas a ambas ahí, hablando, riendo, ayudándola a recordar detalles de su vida. Lauren extrañaba a Camila los días que no la veía. Siempre tenía esa necesidad de escuchar su voz, sentir sus manos tibias y escuchar su risa. Su risa era la mejor parte de todo. Ella podía perderse horas enteras pensando en su risa, en cómo llenaba los silencios de su hogar y cómo le llenaba el corazón también.

La Levedad de la Memoria | CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora