Pasado
Más de dos semanas pasaron, en las cuales no hubo algo memorable para mencionar. Camila, por su parte, había optado tomar algo de distancia de Lauren. No diría que la estaba evitando, pero sí que la estaba evitando. En su mente tan confusa y ajena a la realidad, creía ciegamente que alejándose de su amiga, lograría callar todos esos pensamientos que gritaban celos y distorsión. Camila, por su parte, seguía creyendo que era imposible lo que estaba sintiendo en su corazón por su compañera, quizás era solo admiración disfrazada de algo más haciendo ver mucho más exagerada la situación.
Por otro lado, Lauren no le había dado demasiada importancia a la ausencia de su amiga. Creyó que se trataba de simple trabajo acumulado. Por lo que se relajó y se concentró en lo de ella, lo cual se seguía limitando al trabajo, estudios y algo de ocio. Claro, nunca dejó de lado sus plantas. Siempre trataba de sacar el tiempo necesario para cuidar de ellas y atenderlas como se necesitaba.
Esa mañana de jueves, era radiante y calurosa. Estaba muy libre, sin clase y sin trabajo, por lo que pensó que sería una buena idea escribirle a Camila. Además, tenía la excusa perfecta, le daría el cactus que plantó para ella tiempo atrás. Era una pequeña bolita verde llena de espinas amarillas alargadas, en una maseta color ladrillo de barro. Le gustaban las pequeñas piedras de río, por lo que le puso varias de ellas en los bordes a modo de decoración.
"¿Nos vemos hoy? Tengo algo para ti. (:"
Cuando recibió el mensaje, Camila estaba revisando su teléfono y justo estaba pensando en Lauren. En ese momento se dijo que quizás la había llamado con su pensamiento y que quizás Jauregui también estaba pensando en ella de la misma manera que lo hacía. Suspiró y entonces supo que no quería seguir evitando eso que sentía. La quería ver con locura.
"Seguro. Tú di cuándo y dónde."
Sonrió, y tomó el pequeño cactus. Pensó que sería un bonito detalle ponerle un moñito en la maseta. Eso hizo, buscó en sus cosas un moño azul y lo pegó. Sonrió con el resultado. Lauren entonces se dispuso a preparar su desayuno el cual no fue más que dos tostadas con algo de queso, aguacate, pimienta y algo de sal. Todo acompañado con un té frío. Después de eso, fue a tomar una larga ducha con agua helada. Lavó su cabello, tallo su cuello, hombros, pies, manos, brazos, y para cuando tuvo una capa gruesa de espuma, se dispuso a depilar sus piernas con un cuidado casi quirúrgico. No quería que no quedara ningún centímetro sin depilar. Al terminar, limpió con abundante agua la espuma. Al salir de la ducha, aplicó crema en todo su cuerpo mirándose al espejo completamente desnuda. Sonrió porque sabía que era hermosa y comprendió que no necesitaba que alguien la quisiera para que su valor como persona aumentara.
De pie, aún desnuda, tomó su teléfono y bloqueo el número de Vivaldi. No la necesitaba y no le permitiría más poder sobre ella. Sería una mujer nueva, renacida, con nuevos intereses y se regañaría cada que el nombre de esa mujer regresara a su mente. Sería difícil, pero lo intentaría. Y si fallaba, por lo menos quedaría en su conciencia que trató. Presionó el botón bloquear y sintió como un peso se quitaba de sus hombros. Procedió a hacer lo mismo de las otras redes sociales que frecuentaba.
—Listo —sonrió.
Se vistió y la sonrisa no se borró de su cara.
Un par de horas después se encontraba de camino a ver a su amiga Camila. Camila, la cual había llegado al punto de encuentro con más de media hora de anticipación vistiendo una bonita blusa y unos pantalones negros ajustados. Durante la espera, le dio tiempo para recordar lo que Andrew Todd mencionó la última vez. Seguía negando que Lauren fuese una mujer fácil.
"Estaré allá en cinco."
Aún de pie, frente a la catedral del centro de la ciudad, en la puerta de un centro comercial, diagonal a un lujoso hotel, entre dos puestos de verduras y uno de periódicos, Camila acomodó su cabello y desarrugó su blusa aunque esta no tenía ningún pliegue. Se sentía tan nerviosa como jamás había estado; ni siquiera cuando se veía con su exnovio Byron tenía ese revoltijo de emociones. No, jamás. Fue cuando la vio de nuevo, ella estaba doblando en la esquina sosteniendo algo pequeño en su mano. Lauren llevaba su cabello despeinado y una blusa blanca, era hermosa... O, más bien, Camila creía que se veía hermosa. A lo lejos le sonrió cuando la vio y ella devolvió la sonrisa seguida de un beso que tiraba al aire.
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La Levedad de la Memoria | Camren
FanficPiensa por un momento que te enamoras de tu amiga más cercana, ¿eso suena algo muy normal? Ahora imagina que durante años tratas encarecidamente de conquistar su corazón y, como si fuera un milagro, lo logras. Sin embargo, para tu pésima suerte, tu...