Pasado
La noche seguía siendo cálida y quieta. El silencio de la cabaña solo era interrumpido por el viento que se colaba entre las ramas de los árboles haciéndolas crujir de vez en cuando. Lauren se sintió inquieta cuando estuvo en la cocina buscando un vaso para llevarle agua a su novia, ya que sentía que algo más estaba pasando oculto en la calma de la noche. Llenó el vaso y luego pasó por la sala de estar, vio a John inconsciente y subió las escaleras. Al acercarse al cuarto, vio la puerta abierta y vio algo que jamás se esperaría.
Al que un día considero su hermano, el amigo que más cercano y leal estaba junto a la mujer que más amaba. El hombre había descubierto el cuerpo desnudo de Camila. No la estaba tocando ni accediendo al cuerpo de ella.
No obstante, tenía el celular en su mano y pudo ver como la estaba grabando; sin descaro, el hombre pasaba la cámara de una forma lenta y cuidadosa para no omitir ningún detalle de ese pulcro cuerpo que yacía boca arriba. Andrew se moría por ser él el que pasara las yemas de sus dedos desde la punta de los pies hasta la cabeza. Se lamia los labios saboreando esa imagen hecha piel. Entonces, Lauren sintió un enorme vacío en su corazón para después sentir como ese vacío se llenaba con una ira indescriptible. Corrió hacia el hombre y le arrebató el teléfono; con sus dedos temblorosos borró el video. Andrew extendió su mano para recuperar de nuevo el celular.
—Ni lo piense, hijo de puta —Lauren levantó el teléfono y, con toda su rabia, lo tiró contra el piso. La pantalla se quebró en pequeñas grietas que cubrían la mayor parte del vidrio. Luego pisó el aparato hasta dejarlo en pedazos—. Jamás en la vida quiero que nos vuelva a hablar. Ni a mí, ni a ella.
El hombre pareció tambalear
—Ya la vio toda, ahora lárguese.
El hombre salió. Su expresión era sería a pesar de la rabia que contenía, quería golpear a Lauren por dañar su teléfono. Sin embargo, él sabía que no podría ponerle un solo dedo encima a ella ni a Camila, no sólo por el poco cariño que todavía le tenía, sino porque un escándalo despertaría a los demás y por lo que había sucedido era probable que Albert y Daniel lo sacaran de allí a patadas.
Tambaleándose y dudando de sus pasos, así como de sus decisiones, el hombre se fue de inmediato en su moto. No supo cómo fue que llegó a la ciudad en una sola pieza.
Lauren se sentó en el borde de la cama y cubrió el cuerpo desnudo de su novia. Cerró la puerta con seguro, apagó la luz y se sentó en el suelo a llorar. Sentía ira, decepción y una terrible culpa. Junto a ella estaban los pedazos del teléfono del que una vez llamó su mejor amigo. En ese momento, ella se odiaba por ser tan ingenua y creer que la amistad de Andrew era sincera. Tenía tantas cosas en su mente y un nudo en la garganta que le impedía tragarse ese amargo momento. Las horas pasaron y ella seguía sentada en el suelo de la habitación sintiéndose culpable por permitir que su novia fuera víctima del degenerado de Andrew.
Para Lauren, los violadores eran hombres de mayores de cuarenta años, calvos y fanáticos de la taxidermia. Jamás se le pasó por la cabeza que el amigo amoroso pudiera ser uno de esos.
—¿Por qué Andrew?
Pensó que quizás era cierto eso de que todas las personas tenían otra versión dentro, una malvada; quizás para Andrew el detonante era el alcohol y la envidia. A eso de las cuatro de la madrugada empezó a llover y ella seguía en el suelo. Quería vomitar, quería dormir y despertar sabiendo que eso que habían vivido había sido solo un mal sueño causado por el alcohol. Sin embargo, cuando llegó la mañana, no se despertó de la realidad.
A las diez de la mañana entró al baño y se ducho. Vomitó tres veces y lloró más veces de las que podía contar. Tomó los pedazos del teléfono de Andrew y los arrojó a la basura. Esa mañana lo odió como jamás espero odiar a su mejor amigo. Decidió borrarlo de su vida.
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La Levedad de la Memoria | Camren
FanfictionPiensa por un momento que te enamoras de tu amiga más cercana, ¿eso suena algo muy normal? Ahora imagina que durante años tratas encarecidamente de conquistar su corazón y, como si fuera un milagro, lo logras. Sin embargo, para tu pésima suerte, tu...