CAPITULO 2

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—¿No te parece que ya has bebido demasiado para una sola noche?

Mark deslizó la mirada sobre el delicado rostro iluminado por una sonrisa, destinada a conquistar a cualquiera que estuviese a su alcance, y se preguntó si la propietaria habría pasado mucho tiempo delante del espejo perfeccionando la máscara bajo la que ocultaba la censura presente en sus palabras.

No, no era censura, era irritación. Y el saber que él era el causante hizo que brindase por sí mismo una vez más esa noche.

—No he hecho más que comenzar, querida.

Como una perra bien entrenada, se mantuvo firme y serena, el brillo en sus ojos era lo único que delataba el fastidio que existía debajo de ese cuerpo de modelo, trabajado en el gimnasio y que estaba seguro pasaba más hambre que un niño del tercer mundo; una arma letal para muchos y que, para él, no era sino un recordatorio del único tipo de «esposa» que su madre insistía en presentarle; una mujer con pedigrí, lo bastante guapa para llamar la atención y seducir a las masas, alguien que quedase bien colgada de su brazo y aportase lustre a un apellido y una fortuna de los que cada vez estaba más hastiado.

Soomi, su madre, podía ser una verdadera harpía cuando se lo proponía, que solía ser prácticamente las veinticuatro horas del día. Su progenitora era una auténtica dama de la jet set alguien acostumbrada al lujo y a mover tanto el dinero como a las masas. Era una elitista de primera, no había evento de importancia al que no fuese invitada o en el que el nombre de su ilustre familia no estuviese de por medio.

De sobra era conocida su filantropía, como también su fiereza en una mesa de negocios, era una auténtica loba, lista para defender las causas que creía suyas y aquellas que le pudiesen reportar algún beneficio; como el planear a sus espaldas una fiesta de compromiso con esa muñeca Barbie.

Se bebió el contenido de la copa hasta terminarla y la sustituyó al momento por otra intacta que birló con gracia de la bandeja de uno de los camareros, el rictus que curvó inmediatamente los labios de su «prometida» lo hizo sonreír detrás del cristal.

—Deberíamos saludar a los Zhao, han viajado expresamente para compartir este momento con nosotros...

No pudo evitar mirar las largas y cuidadas uñas pintadas de rojo que se posaron sobre la manga de su esmoquin, esos dedos eran como los de una araña dispuesta a picarte antes de que puedas quitártela de un manotazo.

Dio un imperceptible paso a la izquierda y movió el brazo como por causalidad, librándose al momento del contacto y quedando ahora frente a ella.

Sonrió con esa petulancia que reservaba para ocasiones como esta, sus gestos y su tono sonarían a complicidad para cualquiera que hubiese posado los ojos ahora sobre ellos, pero sus palabras contenían un significado completamente opuesto.

—Pues deberíais ir pensando en pagarles el billete de vuelta entre mi madre y tú, porque descubrirán que han hecho un viaje... inútil.

El intenso rojo que le cubrió la cara fue suficiente advertencia de que había hecho, pero tal y como esperaba, la mujer mantuvo la compostura e insistió en permanecer con esa sonrisa que parecía ya de arcilla.

—Sabes tan bien como yo que este es un viaje de una sola dirección, Mark, nuestras familias llevan planeándolo desde hace tiempo.

—Ah, querida, al fin debo reconocer que hay algo más que belleza en esa cabecita — replicó dándole un nuevo sorbo a su copa, se lamió los labios y la señaló con un gesto de esta—. Acabas de pronunciar las dos palabras claves de esta... situación: Nuestras. Familias.

Las espesas pestañas bajaron ligeramente, su mandíbula se tensó aún más y casi podía escuchar en su mente un violín tocando su propio réquiem, pero no le dio tiempo ni a abrir la boca cuando respondió.

ღ 𝐔𝐍𝐀 𝐁𝐎𝐃𝐀 𝐄𝐍 𝐂𝐇𝐈𝐍𝐀 ღ || ᴹᵃʳᵏʰʸᵘᶜᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora