CAPITULO 20

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Rendición. Esa era la clave, una plácida rendición que venía acompañada de lujuria y necesidad, dos ingredientes esenciales a la hora de hacerte perder la cabeza y reclamar aquello que deseas por encima de todas las cosas.

Mark profundizó el beso, sosteniéndolo con los dedos todavía enredados en su pelo y una mano apoyada en su trasero, acercándolo más a él permitiéndose ser consciente de su excitación. Porque estaba empalmado, completamente duro y no era el único. Las yemas de sus dedos lo rozaron y acariciaron mientras controlaba sus labios con la lengua, poseyendo su boca con besos profundos, caricias que acicatearon su libido cuando esos desesperados gemidos que resonaban en la garganta se hicieron más acuciantes.

Se movió sin soltarlo, tirando del menor hacia abajo mientras su boca seguía pegada con una febril necesidad. Lo acostó de espaldas sobre la manta, despejando el lugar en el que todavía permanecían los envases con la comida sobrante y sus propias copas, las cuales volcaron sin remedio.

—No te haces una idea de lo mucho que deseaba esto —jadeó rompiendo su beso, acariciándole los labios con el aliento mientras sus ojos se encontraban en medio de un neblinoso deseo—. No se te ocurra volver a huir de mí, Hae...

El menor se las ingenió para esbozar una perezosa sonrisa antes de susurrar.

—¿O sino qué?

Se alzó sobre el, acercando sus caderas y rozando su erección, le sujetó la cabeza con ambas manos y clavó su mirada en el menor.

—Me obligarás a hacer algo muy drástico —declaró con un gruñido profundamente masculino—. Atarte a mi cama hasta que no puedas ni caminar...

Bajó una vez más sobre su boca, capturando sus labios en una lánguida y húmeda caricia que interrumpió solo para dirigirse a su mandíbula y luego a su cuello.

—Y para que no lo olvides...

Deslizó los labios sobre la suave columna, dirigiéndose a la unión del cuello y el hombro dónde sabía que era más sensible, Haechan se arqueó, ladeando la cabeza para darle acceso mientras sentía que su respiración se hacía más espesa y áspera. Lamió ese punto, lo besó y finalmente abrió los labios sobre él, succionando la sensible piel en su boca al tiempo que la mordisqueaba.

El cuerpo del menor reaccionó como si lo hubiesen electrocutado, alzando las caderas contra él sin saber si quería acercarse o alejarse, dejándose llevar por la desbordante pasión que contenía ese pequeño y curvilíneo cuerpo.

Mark se retiró lo justo y contempló orgulloso la marca enrojecida en su pálido cuello, una que permanecería ahí durante algunos días, suficiente para que su rezongante esposo fuese consciente de a quién pertenecía. Era una sensación primitiva, una aplastante necesidad de poseerlo, de decirle a todo el que se acercase a el que estaba fuera del mercado, que era suyo y solo suyo; un sentimiento que lo asustaba por su intensidad y lo sorprendía por lo bien que encajaba en su interior.

—Mío —gruñó con voz profunda, confirmando en voz alta sus palabras mientras intentaba mantener a raya el hambre obsesiva que se elevaba en su interior—, no dejaré que lo olvides.

Se impulsó hacia arriba, manteniéndolo prisionero entre sus piernas mientras se entregaba a la más pura de las necesidades. Se deshizo de la americana, lanzándola a un lado sin más dilación, desabrochó los puños de la camisa y repitió la operación con los primeros botones de la camisa antes de ceder a la urgencia y arrancársela de los pantalones para sacársela por la cabeza.

Durante todo el proceso esos hermosos ojos estuvieron pendientes de él, sus manos cobraron vida y se estiraron hacia él cómo si se sintiesen atraídas por su piel, llegando a tocarlo con las yemas de los dedos cuando volvió a cernirse sobre el menor.

ღ 𝐔𝐍𝐀 𝐁𝐎𝐃𝐀 𝐄𝐍 𝐂𝐇𝐈𝐍𝐀 ღ || ᴹᵃʳᵏʰʸᵘᶜᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora