CAPITULO 10

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—Cuando crees que nada nuevo puede sorprenderte, aparece Mark Lee pidiéndote que busques a su esposo —chasqueó el hombre de pie frente a él—. ¿Qué mierda te has fumado?

La pregunta de Jeno era válida, después de todo era una de las pocas personas sensatas que quedaban en el mundo y el hombre cuya presencia más irritaba a su madre.

Se habían conocido por casualidad unos años atrás en un local de copas, ambos habían estado interesados en una misma mujer y habían iniciado una estúpida competición por ganar su atención; pero la chica optó por mandarlos a ambos a la mierda e irse con otro.

En vez de enemistarse, se habían sentado en la barra a beber, un abogado de oficio con dotes de detective privado, recién divorciado y con dificultades para llegar a final de mes y él, un rico y despreocupado empresario cuya única preocupación en la vida era qué traje se pondría al día siguiente para ir a la oficina.

Uno sentado al lado del otro y tan distintos como el día y la noche, incluso sus ideas chocaban estrepitosamente, pero esas diferencias habían sido también la clave para una amistad que ya duraba seis años.

—Un par de botellas de champán y unos cuantos bombones de licor, que a todas luces debían de estar mezclados con alguna hierba, porque a mi chico le sentaron de putísima madre — admitió poniendo los ojos en blanco ante tamaña ironía—. El caso es que estoy casado y quiero encontrar a mi esposo.

—Te has casado.

—Sí.

—Y has perdido a tu esposo.

—Digamos que tenía prisa por volver a su vida.

—Champán y maría —negó con la cabeza—. Ese matrimonio podría anularse fácilmente si se demuestra que ninguno de los dos estabais en disposición de plenitud de facultades mentales...

—Jeno, no quiero la anulación, quiero a Haechan.

El hombre miró la acta que le pasó.

—Huáng Donghyuck —leyó y señaló—. ¿Estás seguro de que es su nombre real?

—No veo porque habría de mentir, estaba en China para resolver un asunto propio —le dijo—. Llegó en tren, es de Corea.

—¿en tren? —optó por no preguntar más—Te falta su número de teléfono y ya no necesitarías de mis servicios.

—Quiero que registres el acta, la selles o lo que sea para que sea válida —le indicó.

—Has perdido un tornillo...

—¿Puedes hacerlo?

—Sí, pero que sepas que esto es absurdo.

—Jeno...

Su amigo lo miró con agudeza.

—¿Te acostaste con él?

—Sí, tuvimos una perfecta noche de bodas.

—¿El consintió? ¿Estaba lúcido?

No se tomó a mal la pregunta porque venía de él y sabía que solo quería asegurarse de que la posibilidad de haber consumido algún tipo de droga, sin ser conscientes de ello, no hubiese propiciado algo mucho mayor.

—Fue totalmente consentido —declaró con tranquilidad—. Las tres veces...

El hombre chasqueó la lengua.

—Tendrá suerte y todo el cabrón...

—Necesito encontrarlo, quiero saber quién es, a qué se dedica, si tiene antecedentes...

ღ 𝐔𝐍𝐀 𝐁𝐎𝐃𝐀 𝐄𝐍 𝐂𝐇𝐈𝐍𝐀 ღ || ᴹᵃʳᵏʰʸᵘᶜᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora