CAPITULO 24

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Haechan se quedó con la cuchara de madera en la mano, mirando fijamente al hombre que acababa de soltarle como si nada que su mayor encargo acababa de sufrir un rotundo cambio de administración y, por si eso no fuese suficiente, esperaba que pudiese seguir adelante con la gestión de este y ocupar el papel de anfitrion.

—Me estás tomando el pelo —declaró sacudiendo la cabeza y señalándole al mismo tiempo con la cuchara manchada por la salsa que estaba preparando—. Eso es, estás jugando conmigo.

Y mientras lo decía, mientras esperaba que en su rostro apareciese esa perezosa sonrisa, en su rostro no apareció otra cosa que seriedad.

—Mark, dime que es una broma.

Cuando había empezado a hablar sobre la empresa, sobre los proyectos que tenía en la mesa y la colaboración que solían hacer con comedores sociales y otras ONG, salió a colación la casualidad de que su estudio hubiese cerrado un contrato con su estudio para organizar la fiesta anual. Parecía estar bien informado de cómo iban los preparativos y alabó así mismo, de manera sincera, la labor que estaba llevando a cabo su equipo, pero ni en sus peores pesadillas podría imaginar el giro que iba a dar la conversación hasta llegar a este punto.

—No, no lo es —negó con la cabeza—. Tu estudio cerró un contrato con MIN Corporation para gestionar la organización de una fiesta benéfica en el The Grand Asia Hotel y la persona que ha estado gestionando el evento ha tenido que abandonar el proyecto por ciertas discrepancias con la administración, así que ahora me encuentro con el pequeño problema de tener que seguir adelante sin un capitán de barco.

—Tu madre te ha dejado en la estacada.

Había sido una verdadera sorpresa descubrir que la mujer con la que había estado tratando hasta el momento era familiar de Mark, pero había supuesto que eso no afectaría a su trabajo, no mientras ese capullo no le dijese a la Señora Lee que el era su esposo.

—Hablando lisa y llanamente, sí —admitió sin más y señaló la olla en la que estaba preparando la salsa—. ¿Puedo probar?

El cambio de sujeto la llevó a mirar la olla y darse cuenta de que había dejado de remover.

Siseó y le dio un par de vueltas rápidas, antes de hacer la cuchara a un lado y sacar otro cubierto limpio para que pudiese meter la cuchara.

Estaba acostumbrado a que sus hermanos pululasen a su alrededor cuando estaba en la cocina y, al igual que él, eran muy dados a probar las cosas y dar su opinión.

—Ten cuidado, está caliente —advirtió ya por inercia.

Era extraño tenerle en su casa, en su cocina, pero más extraño era aún el hecho de que no le molestase tanto como había pensado. Había sido toda una experiencia el hacer la compra junto a él, no solo se había hecho cargo del carro, mientras el elegía los productos que necesitaba, sino que al llegar a su hogar, se había quitado la americana, remangado las mangas de la camisa y se había puesto a ayudarlo sin que se lo hubiese pedido siquiera.

Así fue como salió a colación la conversación de que su abuela paterna, Gerda, le había enseñado a cocinar del mismo modo que lo había hecho con su padre. Hablaba de la mujer con un cariño y un respeto que mostraba el amor que sentía por ella. Y entonces había bromeado — aunque a el no le había parecido broma alguna—, sobre subirlo en un avión y llevarlo hasta Canadá, para que pudiese conocer a la mujer en persona.

—Diablos, Hae, esto está de muerte —admitió con una inesperada exclamación. Solía comportarse en todo momento con suma corrección, tenía sus momentos de picardía, pero era la primera vez que lo veía genuinamente encantado con algo.

ღ 𝐔𝐍𝐀 𝐁𝐎𝐃𝐀 𝐄𝐍 𝐂𝐇𝐈𝐍𝐀 ღ || ᴹᵃʳᵏʰʸᵘᶜᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora