CAPITULO 5

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Vivan los moteles de la zona, canturreó Mark mentalmente mientras maniobraba con su recién adquirido esposo en brazos a través del pasillo privado que conducía a su habitación para esa noche, su noche de bodas, con un dulce y atrayente joven del que estaba dispuesto a disfrutar sin reservas.

Su mente había dejado de funcionar con corrección en algún punto entre la segunda botella de champán y los dichosos bombones, pero le daba igual, todo lo que deseaba en esos momentos era desnudar a ese muñequito y disfrutar de lo que escondían aquellas ajustadas prendas.

—Mira como brilla —murmuró el menor mirándose la mano en la que ahora lucía una alianza a juego con la propia—. Brilla, brilla, estrellita, tú siempre tan bonita... Dios, creo que se me está yendo la olla —murmuró antes de echarse a reír en voz baja y rodearle el cuello con ambos brazos una vez más—, y no soy el único... ¡Te has casado conmigo! —Estalló en carcajadas mientras ocultaba el rostro en su cuello, para luego suspirar—. Ay dios, qué bien hueles...

—¿Crees que podrás concentrarte lo suficiente para abrir la puerta de nuestra habitación, esposo Haechan?

El asintió, cogió la llave que le habían dado en la recepción y le señaló el cierre.

—A ver, inclínate un poco... vale, así, aguanta ahí, machote —pronunció entonces con voz grave antes de echarse a reír de nuevo—. Ya está, dale una patada y entremos.

No tuvo que decírselo dos veces, empujó la puerta con el pie y la habitación quedó abierta para ellos.

—¡Oh, qué boniiiitoooo! —canturreó en sus brazos mientras atravesaban el umbral y veían el evocador decorado de la habitación.

Había pedido la mejor que tuviesen, conocía bien estos lugares y no siempre eran la mejor elección, pero dada la rocambolesca noche que llevaba, la suerte seguía de su lado.

—Mira, si hasta han puesto pétalos sobre la cama —musitó en voz baja, con una risita—. Es tan... decadente... Y mira, ¡otra botella de champán! Tenemos que brindar, un brindis, sí, sí, sí...

—Creo que ya hemos bebido bastante por hoy —respondió dejándolo caer como un fardo sobre la cama, lo que provocó más risas y que los mentados pétalos volasen en todas direcciones, antes de seguirlo—. Deberíamos pensar en quemar el alcohol y el chocolate de un modo mucho más placentero, esposo.

Su risa continuó mientras se estiraba sobre el colchón como un sensual gatito.

—Lo que tú digas, esposo —respondió esbozando una tierna sonrisa que le produjo una punzada en las entrañas—, lo que tú digas.

Cedió a la tentación, se inclinó sobre el menor y lo besó con perezosa languidez, alargando el momento hasta que ambos se separaron con un jadeo.

—No muevas un solo músculo —gruñó resbalando hacia atrás—, vuelvo enseguida.

Necesitaba vaciar la vejiga, había bebido lo suficiente como para que le diese un toque de atención. Lo último que quería hacer era detenerse en medio de algo placentero para ir a orinar.

Mientras se ocupaba de sus necesidades, escuchó al chico moviéndose sobre la cama, riendo y canturreando. Cuando volvió al dormitorio lo encontró con su pelo deshecho y la parte superior abierta dejando a la vista parte de su pecho, y este pantalón a medida que cubriendo unas largas y bonitas piernas.

Se lamió los labios, empezó a quitarse la ropa a medida que se acercaba a la cama, se sentía como un animal salvaje al acecho de su presa, una que se moría por empezar a saborear.

—Ven, vikingo, te espero desde hace mucho tiempo...

Sonrió perezoso.

—No tanto como yo.

ღ 𝐔𝐍𝐀 𝐁𝐎𝐃𝐀 𝐄𝐍 𝐂𝐇𝐈𝐍𝐀 ღ || ᴹᵃʳᵏʰʸᵘᶜᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora