CAPITULO 19

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Le gustaba el menor, cada segundo que pasaba en su compañía encontraba algún nuevo motivo para seguir en su presencia. No se molestaba en fingir o agradar, cuando abría la boca decía lo que sentía, aún si luego se daba cuenta de haber dicho algo que no quería.

Sí, por supuesto que había leído sobre él y, si bien aquello no debía haberle molestado, le había tranquilizado que ese pequeño hubiese sido capaz de ver más allá de unas fotos.

Su esposo era un chico perspicaz, lo había calado en un segundo, había visto la verdad y no se molestó en ocultar su parecer. Pero también era bastante tozudo como para insistir en obtener de él un divorcio que se sentía poco dispuesto a darle... pero eso no tenía por qué saberlo todavía.

Se dedicó a disfrutar de su compañía, a incitarlo a hablar, pinchándolo y viendo como respondía, le gustaba su espontaneidad.

Había optado por encargar comida al restaurante en el que solía comer, uno de los detalles que Jeno había recogido en su dossier, el mismo que había roto delante del menor.

Podía haber leído la información, pero tal y como le había dicho no eran más que datos y prefería con mucho escuchar todo de esos bonitos y apetitosos labios.

—Taeyong es mayor que tú, ¿verdad?

Lo miró de reojo y asintió.

—Es dos meses mayor que yo —admitió—. Aunque no se notan, nuestros hermanos nos consideran los «mellizos», si bien no nos parecemos en nada físicamente, somos muy similares en carácter, con algunos matices, claro está. Llegamos al mismo tiempo a la casa de...

Se detuvo en seco, levantó la cabeza y miró los papeles que había roto y que seguían ahí.

—Supongo que eso también figuraba en tu dossier...

—Olvídate de los papeles y cuéntamelo tú —pidió con suavidad—. ¿Te criaste en un hogar de acogida?

Se tomó unos segundos, pensando en cómo responder a aquello, para finalmente dejar escapar un suspiro.

—Qué diablos, no es como si fuese un secreto —continuó y asintió con la cabeza—. Sí, tenía siete años cuando mi madre biológica me dejó al cuidado del estado alegando que no podía ocuparse de mí. No tenía más familiares que me acogieran, ya que no había constancia de padre alguno en mi partida de nacimiento y acabé en un hogar de acogida; allí fue dónde conocí a mis hermanos.

—Entonces, Taeyong y tú son los más cercanos —se interesó.

—Somos muy protectores el uno del otro —admitió y esbozó una perezosa sonrisa—

Aunque Taeyong es el que suele amenazar creativamente a las personas...

—No hace falta ni que me lo jures —dejó escapar un risueño bufido.

—Somos cuatro, algunos más inteligentes que otros —soltó con una mueca—, cómo pudiste deducir por mi visita a China...

—Tu hermano... Renjun —recordó el nombre que le había dado—. El del... kung fu...

—El kung fu panda —puso en voz alta el apodo que le había dado aquella noche—. Sí, al final decidió casarse en un tradicional pueblo a las afueras de China. En serio, agradece no tener hermanos, te ahorrarás el cometer estupideces como irte a China para evitar que cometa una estupidez y terminar cometiéndola tú...

—No sé, brujito, el viaje ha tenido un resultado bastante interesante —admitió.

El menor enarcó una ceja ante su comentario, bufó y masculló por lo bajo.

ღ 𝐔𝐍𝐀 𝐁𝐎𝐃𝐀 𝐄𝐍 𝐂𝐇𝐈𝐍𝐀 ღ || ᴹᵃʳᵏʰʸᵘᶜᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora