CAPITULO 22

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—¿Te ha dicho que se ha enamorado de ti?

Escucharlo de la boca de Taeyong era incluso más aterrador que haberlo oído de la propia fuente, pensó Haechan sentado en la terraza de la cafetería en la que se había citado con su hermano.

Mark lo había llevado a casa para que pudiese ducharse y cambiarse, entonces la había dejado delante de la entrada del edificio en el que tenía su estudio. No bajó del coche, ni siquiera hizo el intento, la acalorada conversación que acababan de mantener había destapado cosas para las que ninguno de ellos parecía estar preparado, así que optó por dejarlo en su puesto de trabajo y emplazarlo para verse de nuevo en la noche.

«Conoces la ciudad mejor que yo, así que, decide a dónde quieres ir a cenar».

Se había marchado dejándolo allí con una sensación de vacío que no había sentido antes, con la impresión de que algo se había roto y sin saber muy bien cómo recoger los pedazos.

Era absurdo y lo sabía, aquello era lo que había estado esperando desde el momento en que se habían vuelto a ver el día anterior. Todo lo que quería era perderle de vista y recuperar su rutina, pero después de la noche que habían pasado, de la discusión y la confesión que había surgido a raíz de ello, aquella despedida lo había... dejado frío.

Había pasado buena parte de la mañana en el estudio, adelantando algo de trabajo para el lunes, pero lo hizo en tal absoluto silencio que sus dos compañeros agradecieron el momento en que su hermano hizo acto de presencia, arrancándolo de su mesa de trabajo para llevarlo a aquella cafetería.

—Eso explica que te hayas quedado catatónico.

—No me he quedado... catatónico —replicó cogiendo su taza de té caliente y, tras soplar un par de veces, le dio un sorbito—. Es solo que... no es algo que esperaba escuchar de su boca...

—Ni de la de ningún otro hombre —chasqueó el mayor recostándose contra el respaldo de su silla—. Nunca has creído en que alguien pueda ser lo bastante valiente y osado cómo para enamorarse de un adorable chico como tú, por no mencionar que el culpable de tan tremenda ofensa es un auténtico dios que te hace perder las bragas.

—Esto no es amor, Taeyong —sentenció con rotundidad—. ¿Lujuria? Sí. Pero amor, ¿Quién en su sano juicio se enamoraría de alguien a quien acaba de conocer? Si es que se le puede llamar conocer a lo nuestro...

—Nene, vosotros habéis pasado por más cosas en el transcurso de una noche que muchas personas en toda una vida —aseguró su hermano señalándolo con la cucharilla con la que había estado revolviendo el café—. ¿Hay algún libro en el que esté escrito que dos almas no puedes reconocerse y enamorarse en el transcurso de una noche? ¿Quién dice que no puedes amar a alguien a quién acabas de conocer? ¿Qué no es la persona a la que has estado esperando toda tu vida? Alégrate de que al menos él sabe de tu existencia, reconoce que hay algo, aunque no sepa todavía lo que es y que esté dispuesto a explorarlo... es más de lo que otros están dispuestos a hacer.

Sus palabras contenían cierta amargura, una propiciada por su propia situación.

—Mark ha tenido la valentía de poner sobre la mesa lo que siente, de hacerte partícipe de sus dudas y, a juzgar por el aspecto de pollo mojado que tienes ahora mismo, diría que tú no eres tan ajeno a sus sentimientos como quieres creer —añadió con un movimiento de la mano—. Si yo fuese tú, le daría una oportunidad y vería hasta dónde puede llegar lo suyo...

—Es que no hay un «nuestro», Taeyong, no... no debería haberlo, yo no soy Renjun, yo no...

—¿No crees en el amor? —resumió hábilmente—. Bueno, pues Mr. Love acaba de clavarte una flecha en el trasero y no te queda otra que hacerte a la idea de que incluso tú, mi querido Señor Grinch, también puedes enamorarte...

ღ 𝐔𝐍𝐀 𝐁𝐎𝐃𝐀 𝐄𝐍 𝐂𝐇𝐈𝐍𝐀 ღ || ᴹᵃʳᵏʰʸᵘᶜᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora