CAPITULO 18

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De todos los lugares a los que esperaba que lo llevase, la Black ubicado en la isla Jeju no era uno de ellos. A aquellas horas de la noche el lugar podía parecer aún más inhóspito, pero el aroma del agua salada, unido a la cúpula estrellada que se elevaba sobre sus cabezas y la intensa luz de la luna lo convertían en un paraje místico. Los faros del coche que había dejado encendidos sobre el terreno ofrecían una franja de luz extra, diluyendo las últimas sombras y ofreciéndoles la seguridad necesaria para ver el suelo rocoso por el que caminaban.

—¿Esta es tu sorpresa? ¿Traerme a la playa en plena noche para lanzarme al agua? —preguntó bajando del coche, siguiendo el ejemplo de Mark, quién ya rodeaba el vehículo y se dirigía al maletero.

Se había pasado gran parte del viaje preguntando qué tenía en mente, sobre todo cuando cogió la carretera, pero él se había negado a darle respuesta alguna aludiendo en todo momento a la sorpresa.

—No tengo tal vena vengativa, esposo —replicó abriendo el maletero y sacar a continuación una enorme cesta—. Mi intención es pasar tiempo a solas contigo, así que, dado el éxito de nuestro último encuentro, he pensado que un picnic nocturno al aire libre sería lo más adecuado.

La cesta que llevaba consigo parecía pesar considerablemente, a juzgar por la tensión en su brazo, pero cargó con ella con facilidad hasta la ancha piedra que formaba una especie de plataforma en plena orilla.

—Un picnic —repitió sus palabras sin mucho convencimiento.

Dejó la cesta en el suelo, abrió uno de los laterales y sacó una gruesa manta que sacudió y extendió sobre la arena. Era lo bastante grande para dar cabida a los dos.

—Y ahora me dirás que eres de los que prefiere recluirse en un restaurante antes que sentarse sobre una manta y al aire libre —comentó él con gesto risueño, mientras revolvía en el interior de la cesta una vez más y sacaba ahora un pequeño mantel de cuadros rojos y blancos que le lanzó prácticamente a los brazos—. Vamos, colabora.

Alternó la mirada entre el mantel y él, sacudió la cabeza luchando con la incredulidad del momento y estiró la tela para colocarla sobre la manta.

—Espero que ahí dentro no tengas ni champán ni chocolate... —comentó con lo que esperaba fuese ironía—. Si nos fue tan bien la primera vez, no te digo como podríamos terminar con el agua tan cerca.

Lo vio sonreír, no era un gesto disimulado, ni formaba parte de ninguna argucia, su sonrisa era auténtica, sincera y eso le provocó una punzada en el bajo vientre.

—Dado que he venido conduciendo y tendré que llevarte de vuelta, me conformaré con agua con gas —respondió divertido—. Y no, el chocolate no forma parte del menú en esta ocasión, he optado por un postre menos... peligroso.

Empezó a sacar algunas cosas más y a dejarlas ahora sobre el mantel, Haechan reconoció los envases de un conocido restaurante al que solía ir a menudo porque preparaban una comida casera de primera y no pudo evitar mirarle suspicaz.

—El detective privado que contrataste para encontrarme hizo algo más que darte mi dirección, ¿no?

Los ojos del mayor se alzaron y se encontraron con los suyos durante unos segundos, entonces lo vio chasquear y volver a lo que estaba haciendo.

—Sí, obtuve algunos datos más que tu dirección o el lugar en el que trabajabas —admitió al tiempo que se sentaba cómodamente sobre la manta y levantaba la cabeza para mirarlo—. De hecho, he traído el dossier para dártelo.

Enarcó una ceja.

—¿Y yo para qué lo quiero?

—El resumen impreso en un papel no son más que datos, menciones, pueden darte una idea de quién es o a qué se dedica una persona, pero necesitas pasar tiempo con ella para conocerla realmente —declaró con sinceridad—. Ahora que estás aquí, puedo saciar mi curiosidad preguntándote, escuchando tus respuestas o tus silencios y hacerme una idea mucho más personal de quién es el chico con el que me he casado.

ღ 𝐔𝐍𝐀 𝐁𝐎𝐃𝐀 𝐄𝐍 𝐂𝐇𝐈𝐍𝐀 ღ || ᴹᵃʳᵏʰʸᵘᶜᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora