CAPITULO 23

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Enamorado de su esposo, de ese pequeño brujo insolente e irritante. Él, que nunca había prestado atención a eso a lo que llamaban amor, se encontraba frente a su puerta, una que temía abrir.

No podía decir que se hubiese enamorado antes, al menos no recordaba haber pasado por la febril necesidad, la curiosidad y el deseo de estar junto a una persona como lo que ahora sentía estando cerca de Haechan.

Por supuesto, había tenido ligues y conquistas, recordaba con cariño su primera relación, su primer amor, pero aquellas eran emociones propias de un adolescente, de un hombre que empieza a dar sus primeros pasos en el terreno sexual, todo ello motivado por las cambiantes hormonas...

Pero ahora distaba mucho de ser un chiquillo, los años le habían procurado experiencias y amantes de todo tipo, personas que habían pasado por su vida sin dejar más huella que una satisfactoria vuelta en la cama... hasta que el.

Haechan había tenido que aparecer, cruzarse en su camino y golpear con dureza su estructurada y monótona existencia, lo había derribado con la fuerza de un huracán en tan solo el transcurso de una noche y no tenía la menor idea de cómo volver a lo de antes... aunque tampoco era lo que quería.

Por primera vez en su vida se planteó el futuro más allá del rango laboral, pensó en lo que sería tener su propia familia, un esposo, hijos e incluso un estúpido perro o un gato, en salir de la oficina sabiendo que le esperaba algo en casa, que había alguien ahí para él y solo para él...

Si aquello no era una verdadera locura, no sabía lo que lo era.

¿Cuándo se había vuelto del tipo familiar? ¿Cuándo se había instalado en su mente la idea de que tener un esposo e hijos era lo que quería, lo que necesitaba para sentir que su vida valía la pena? ¿Por qué ahora? ¿Por qué con el?

Ese chico era el culpable, el responsable de que todas aquellas ideas hubiesen arraigado en su mente, de verse en la necesidad de auto psicoanalizarse y encontrarle algo de sentido a la necesidad y el deseo que lo llenaban cada vez que la tenía en sus brazos y que obedecía a algo mucho más profundo que la lujuria.

Se estaba colgando de ese chico y suponía que, si se tomaba el tiempo que necesitaba para conocerlo y pasar más tiempo a su alrededor, descubriría que no quería alejarse, que Haechan era la persona correcta y no lo dejaría escapar.

Sí, el sexo también era asombroso, su entrega hacía que la quisiera para sí, que lo viese ya como suyo y no solo para unas cuantas horas, sino para mucho más tiempo, uno indefinido.

Tras dejarlo en el estudio había vuelto al hotel para teletrabajar y ocuparse de cualquier posible asunto que no pudiese esperar a que volviese el lunes. Estaba decidido a aprovechar al máximo el fin de semana y pasar cada hora que tuviese libre con su esposo, empezando desde esa misma tarde.

—No te me volverás a escapar entre los dedos, brujito, no dejaré que lo hagas —murmuró para sí—. Ha llegado el momento de sentarse y hablar...

Porque aquello que sentía no era unidireccional, el parecía estar tan confundido como él cuando le habló de lo que le pasaba por la cabeza, de lo que su presencia le provocaba, de algún modo ambos habían llegado a la misma conclusión; era posible que se hubiesen enamorado o se estuviese enamorando del otro.

Respiró profundamente y dejó escapar el aire, necesitaba centrarse en los informes que tenía delante. Comprobó y firmó cada uno de ellos antes de remitirlos a su secretaria, comprobó los dossiers preparados para la reunión del lunes y cerró un par de citas para mediados de la próxima semana antes de dar por finalizada la jornada y cerrar la tapa del portátil.

Sabía que Haechan solía terminar de trabajar sobre las seis, pero que los viernes se tomaba un par de horas más para cerrar cualquier posible asunto que no deseara dejar para la próxima semana. Era un trabajador incansable y muy meticuloso, según había podido constatar a través de su labor para con la organización de la gala benéfica.

ღ 𝐔𝐍𝐀 𝐁𝐎𝐃𝐀 𝐄𝐍 𝐂𝐇𝐈𝐍𝐀 ღ || ᴹᵃʳᵏʰʸᵘᶜᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora