—No toma el teléfono —resopló, miró la pantalla, comprobó una vez más que no se había equivocado y volvió a intentarlo— Vamos, vamos.El conocido «el número al que está llamando está apagado o fuera de cobertura» volvió a resonar a través de la línea poniéndole los pelos de punta.
El viaje de más de diecisiete horas en tren había sido mortal, la mujer que se sentaba a su lado se había pasado todo el trayecto roncando como si no hubiese un mañana, el olor a humanidad lo había llevado al límite en más de una ocasión y, si no se había bajado en la parada anterior, era solo por amor propio y la necesidad de llegar a tiempo para impedir la colosal estupidez que había llevado a Renjun a coger un maldito avión para casarse con un tipo al que había conocido a través de una web de citas.
Nunca hubiese imaginado a Renjun cometiendo una locura semejante. Él era el equilibrado, la voz de la razón, quién los mantenía unidos, pero en los últimos años esa cordura parecía haberse esfumado.
Si era sincero, la cordura de todos se había ido esfumando con el paso de los años, teniendo como comienzo la mayoría de edad y el abandono del lugar en el que, durante más o menos años, habían forjado sus vidas. Aquellas cuatro paredes los habían unido, había convertido a un puñado de huérfanos en «familia Huáng».
Nadie parecía estar al tanto de los planes de Renjun, de hecho, él era el único a el que había hecho llegar aquel mensaje de wechat.
—Maldita sea, Renjun, no me hagas esto —masculló cortando la inservible llamada e intentándolo una vez más.
Lo más grave de todo esto era que se habían visto hacía apenas un par de semanas, se habían reunido para comer y durante la comida había salido el tema de la web de citas y sus posibilidades.
En ningún momento pensó que se lo tomaría con más seriedad de la que se la había tomado hasta ahora, después de todo, no era la primera vez que se veía con alguien con el que no llegaba más allá de un par de citas.
Debería haber sospechado de su interés en ese tal Lucas, un supuesto chino, pero jamás se le pasó por la cabeza que su hermano estuviese tan desesperado como para querer casarse con un hombre que no conocía de nada.
Miró a su alrededor y arrugó la nariz. Había tomado un taxi nada más dejar la estación del tren y trasladado hasta esa estúpida avenida salpicada de capillas en las que, incluso a esas horas ya tardías, se seguían celebrando algunas bodas.
Esperaba poder confirmar si existía realmente una cita, reserva o lo que fuese para el día siguiente a nombre de alguno de los dos, pero, entre que había llegado y dicha capilla era una de las pocas que ya estaban cerradas y que no conocía el apellido del tal Lucas, la frustración, unida a la preocupación y el cansancio del viaje, lo estaban empujando hacia el punto de no retorno.
Y nadie quería ver a Huáng Donghyuck con el mismo mal humor que el Demonio de Tasmania cuando se le acababa la paciencia.
—Tienes suerte de que no sepa disparar, Huáng Renjun —masculló para sí, girando una vez más sobre sus zapatos mientras se paseaba de un lado a otro con el teléfono en las manos.
Si hubiese sido cualquiera de sus otros hermanos, habría pasado olímpicamente de todo, se habría quedado en Corea y habría seguido al frente del proyecto que tenían entre manos, en vez de coordinarlo todo desde el incómodo asiento del tren. Pero Renjun no era Taeil, ni mucho menos Taeyong, quién había hecho de su vida un continuo desafío a las normas, el menor de los hermanos era un hombre juicioso y práctico.
Siempre había sido el conservador, el tímido y callado, el que pensaba las cosas dos, tres e incluso cuatro veces antes de dar cualquier paso... Esto no era propio de el, tenía que haber un motivo de peso para que hubiese tomado tal decisión, uno que tendría que sacar a la luz para poder comprender tal actitud.
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ღ 𝐔𝐍𝐀 𝐁𝐎𝐃𝐀 𝐄𝐍 𝐂𝐇𝐈𝐍𝐀 ღ || ᴹᵃʳᵏʰʸᵘᶜᵏ
Fanfiction«Haechan llegó para impedir una boda y Mark acabó casándose con el novio equivocado» ✗ Portada elaborada por 𒆜SΞИSΞI𒆜 ↬ 𝙉𝙊𝙏𝘼: 𝙎𝙞 𝙚𝙣𝙘𝙪𝙚𝙣𝙩𝙧𝙖𝙣 𝙖𝙡𝙜ú𝙣 𝙚𝙧𝙧𝙤𝙧 𝙤𝙧𝙩𝙤𝙜𝙧á𝙛𝙞𝙘𝙤, 𝙣𝙤 𝙙𝙪𝙙𝙚 𝙚𝙣 𝙖𝙫𝙞𝙨𝙖𝙧𝙢𝙚 ¡𝙌𝙪𝙚 𝙙�...