CAPITULO 12

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—Haechan.

Un nombre, su esposo, el chico al que había estado buscando acababa de dejar el edificio dónde tenía su estudio y caminaba con brío hacia la fila de coches aparcada al otro lado de la calle completamente ajeno a su presencia.

Huáng Donghyuck, un prometedor organizador de eventos cuyo pequeño negocio había ido creciendo poco a poco hasta conseguir su primer gran evento el año pasado. Su esposo era un luchador, alguien capaz de sobreponerse al abandono y abrirse camino en la vida a base de esfuerzo y tesón.

Jeno había puesto un breve dosier sobre el en su mesa un par de días atrás, lo había encontrado mucho más rápido de lo que esperaba y lo que había descubierto de él le había gustado lo suficiente como para coger el avión privado de la empresa y personarse la noche anterior en Daejeon.

Su intención era visitarlo esa misma mañana en su lugar de trabajo, en algún espacio del que no hubiese podido salir corriendo, pero con lo que no había contado era llegar en el mismo momento en que el salía por la puerta y se subía a un coche.

Sonrió para sí, se inclinó hacia delante y le indicó al chofer que le había puesto el hotel, que lo siguiese a una distancia prudencial.

Admiró una vez más la curvilínea figura, las largas piernas y la seguridad con la que caminaba, no dejaba de sorprenderle lo caprichoso que parecía el destino con ellos, pues de todos los estudios posibles a los que había podido recurrir su elitista madre, había elegido nada más y nada menos que el de su esposo; él era el que estaba a cargo de la organización del evento de beneficencia de la próxima semana.

Su progenitora se había pasado también la última semana en modo huracán, asediándolo para obtener la identidad de su supuesto esposo e incluso enviándole un abogado de confianza para iniciar un proceso de divorcio en su nombre. Estaba empeñada en salirse con la suya a pesar de lo que él dijese, pero iba a necesitar mucho más que sus trucos para conseguir algo, sobre todo si seguía tocándole las narices de aquella manera.

No, no pensaba decirle una sola palabra, si el conocer las maniobras de su madre no era suficiente motivo, el que Haechan fuese además el organizador que había contratado podía llevarla a hacer algo muy estúpido como poner en tela de juicio las habilidades profesionales del muchacho y buscarle la ruina a un chico que solo intentaba ganarse el pan de manera honrada.

Además, quería ver de lo que esa muñequito era capaz, sobre todo ahora que sabía que él había solicitado también una copia del acta matrimonial a la iglesia en la que se habían casado; no le cabía duda de que su intención era contraria a la suya y buscaría la manera de anular su unión.

—No puedo creer que esté haciendo esto —murmuró para sí.

En circunstancias normales no se molestaría dos veces en ir tras una persona que le había dejado plantado, pero este tenía algo que la hacía distinto a los demás, había creado tal vínculo que era incapaz de sacárselo de la cabeza.

Con la llegada de la mañana y la tremenda resaca, llegó a pensar que su obsesión se disiparía en cuanto su cerebro volviese a entrar en funcionamiento, pero a la luz de los acontecimientos de esa última semana, no había sido así. Encontrarlo se había convertido en un desafío, necesitaba comprobar si todo era parte de una absurda obsesión suya, si la conexión que se había producido esa noche era algo propiciado por los efectos del alcohol y las drogas o se trataba de algo más.

Quería mirarlo a los ojos, quería escuchar su voz y, por encima de todo, quería volver a probar esa boca que lo atormentaba en sus recuerdos.

El viaje de veinte minutos se le hizo de lo más ameno y, cuando el coche al que seguían tomó el desvío que llevaba al aparcamiento.

ღ 𝐔𝐍𝐀 𝐁𝐎𝐃𝐀 𝐄𝐍 𝐂𝐇𝐈𝐍𝐀 ღ || ᴹᵃʳᵏʰʸᵘᶜᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora