CAPITULO 13

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«Toquen la campana, hombre al agua».

Haechan lo vivió a cámara lenta. En un momento los labios de ese hombre estaban sobre los de él, su cuerpo cerniéndose sobre el suyo, despertando una anhelada familiaridad y al siguiente sus manos se apoyaban sobre su pecho, empujándole, haciendo que diese un paso atrás y terminar cayéndose sin remedio al agua.

Jadeó asombrado por su propia respuesta y horrorizado por lo que acababa de hacer antes de acercarse al borde para asegurarse de no haber matado a ese idiota.

—Ay dios, ay dios, ay dios —jadeó clavando la mirada en el punto exacto en el que él había caído, hundiéndose como una piedra antes de emerger de nuevo chapoteando en el agua—. ¿Estás bien?

No respondió, se limitó a dedicarle una mirada y, acto seguido lo vio nadar a brazadas en dirección a la orilla.

—Tomaré eso como un sí —se dijo a sí mismo mientras avanzaba a toda prisa por la rampa y saltaba a la arena, hacia la zona por la que saldría.

Dejó de nadar y se hundió, dejando de manifiesto que hacía pie y continuó vadeando el agua hasta que emergió como un mojado adonis, chorreando agua, con la camisa blanca totalmente pegada al cuerpo y mostrando la musculatura que conocía demasiado bien.

—Estás loco, ¿lo sabías?

Se sonrojó ante su rotunda afirmación, pero no podía negarlo, no después de la enorme estupidez que acababa de protagonizar. Lo había hecho por impulso, sin pensar y sus actos podrían haber provocado un daño enorme.

Se detuvo en la orilla, evitando la zona húmeda, buscando algún signo de golpe o herida que pudiese haberse hecho en la caída.

—¿Estás bien? Por favor, dime que no acabo de lesionarte —pidió más para sí que para él —. Será mejor que me acerque al centro de visitantes y pida ayuda...

—Ni se te ocurra dar un solo paso. —La voz masculina lo detuvo en el acto, incluso con el cansancio propio del inesperado e intenso ejercicio, sonaba fuerte y demandante—. Ya te perdí de vista una vez.

Sacudió la cabeza y lo señaló con ambas manos.

—¿Crees que voy a irme sin saber si te has roto algo o no? —protestó señalando lo evidente —. ¿Por quién me tomas?

—Por un esposo al que no le ha hecho especial ilusión la visita de su marido —sentenció dando los últimos pasos para salir del agua y quedarse finalmente ante el—. A los hechos me remito.

—No eres mi esposo —acusó.

—Tengo un acta de matrimonio que dice lo contrario —replicó él y señaló su mano derecha con un gesto—, por no mencionar además que llevas mi alianza.

Levantó la mano automáticamente y dio un paso hacia él.

—Eso es solo porque me queda un poco justa y no he podido quitármela todavía —replicó, una ridícula verdad acrecentada por la ligera hinchazón de sus manos.

—No recuerdo que te quedase justa cuando te la puse...

—Pues ahora sí —siseó.

Él sacudió la cabeza y se llevó las manos a las caderas, inclinándose para quedar a la altura de sus ojos.

—Al final va a resultar que eres peligroso y todo —chasqueó, pero sus labios ya se curvaban con una sonrisa y esos ojos brillaban con la risa—. Eres una pequeña caja de sorpresas, ¿eh, cariño?

—No me llames cariño —resopló.

Como antes, se limitó a ignorarlo y avanzó hacia la arena, dejando tras de sí unas huellas húmedas sobre la arena.

ღ 𝐔𝐍𝐀 𝐁𝐎𝐃𝐀 𝐄𝐍 𝐂𝐇𝐈𝐍𝐀 ღ || ᴹᵃʳᵏʰʸᵘᶜᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora