CAPITULO 21

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Ese hombre le había sorbido el seso y lo que era peor, se le estaba metiendo bajo la piel. No había excusas para lo que había pasado anoche, ni para lo que había aceptado que siguiese pasando durante buena parte de la mañana en aquella habitación de hotel.

Le dolían partes del cuerpo que no sabía ni que existían, se sentía mucho más pleno y relajado de lo que lo había estado en años y ese mal humor que había venido arrastrando la pasada semana se había esfumado.

«Y todo por una noche de buen sexo».

El solo pensamiento lo llevó a hacer una mueca, no podía culpar a nadie más que a sí mismo, no había bebido más que una copa de vino, unos cuantos sorbos que le habían dejado con todas sus facultades mentales intactas y consciente de cada decisión que tomaba.

Había sido él, su labia, su forma de actuar y ese fuerte magnetismo sexual que emanaba y que lo llevó a perder la cabeza.

Mark se comportaba de manera natural, debía admitir que le gustaba su compañía, no fingía y se mostraba atento, educado y un poco pícaro, pero su interés y esa insistencia en llamarlo esposo...

«Mío, eres solo mío».

Se estremeció al recordar sus palabras, su cuerpo acusó un ligero temblor que se extendió a su bajo vientre. Ese hombre era extremadamente dominante en la cama, cada palabra, cada gesto obraba su propia magia, conseguía que se sometiese voluntariamente a él y debía admitir que cederle el control de esa manera era muy excitante.

Sabía que teclas tocar, cuándo y cómo presionar y su cuerpo actuaba por instinto entregándose a él por completo.

No podía creerse que hubiese sucumbido de aquella manera y en aquel lugar, se había dejado llevar y había disfrutado además de lo furtivo de tener relaciones al aire libre, dónde cualquiera podría haberlos atrapado...

—Dios, no podré volver allí y ver ese lugar de la misma manera —gimió cubriéndose el rostro y notando sus mejillas más calientes.

Dejó escapar un suspiro y se acercó a la ventana del lujoso salón desde el que podía apreciar una buena vista de la ciudad. Se había puesto la camisa que había usado su amante la noche anterior, sus bragas habían desaparecido en algún momento de la rápida recolección de prendas y restos de picnic que los trajeron directamente al hotel.

—Te olvidas del ascensor —rememoró en voz alta, sintiendo que moría de combustión espontánea allí mismo.

Un breve e intenso interludio que comenzó tan pronto como se cerraron las puertas en el garaje y terminó con un orgasmo al llegar al piso en el que estaba su habitación.

Volvió a mirar a su alrededor.

—Y el señor tenía que alojarse además en uno de los hoteles más caros de la ciudad.

Apoyó la frente contra el cristal agradeciendo el frescor mientras se preguntaba una y otra vez cómo iban a salir de esta.

—Tengo que volver a casa —dejó escapar un resoplido. Necesitaba pasarse por el estudio para ultimar los detalles del día y también estaba su hermano, Taeyong, tenía que hablar con el antes de que decidiese hablarles a los demás de su nuevo estado civil...

Sabía que Taeyong respetaría su silencio, pero también había sido el que lo empujó y animó a seguir adelante y disfrutar de lo que ese hombre pudiese darle.

—Aceptaste cenar con él y has acabado en su hotel —resumió—. Tienes un jodido problema, Donghyuck, un enorme y jodido problema.

Resopló, le dio la espalda al ventanal y se encontró con su magnífico problema apoyado en el marco de la puerta. Sin camisa, descalzo, con los pantalones colgando de sus caderas y esa sonrisa que le curvaba los labios no lo hacía sino más atractivo y peligrosamente sensual.

ღ 𝐔𝐍𝐀 𝐁𝐎𝐃𝐀 𝐄𝐍 𝐂𝐇𝐈𝐍𝐀 ღ || ᴹᵃʳᵏʰʸᵘᶜᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora